Narcisa, de Daniela Muttis

“La necesidad de hacer este documental nació cuando empecé a trabajar con Narcisa. Yo no podía creer que tuviera todas esas obras ocultas, y menos que nadie las conociera. Cada rollito que me mostraba tenía incrustado una joya, eran piezas únicas para mí, que, durante todos estos años fuimos pasando a video digital, para poder tenerlas a mano, y así empecé”, señala Daniela Muttis acerca de Narcisa, su sensible y lúcido documental acerca de la multifacética y legendaria artista Narcisa Hirsch

Narcisa Hirsch construyó una obra en Argentina que, desde fines de los sesenta, tiene una amplitud estética, conceptual y cinemática típica de una arriesgada artista experimental, de esas y esos que no abundan. Supo combinar y contrastar la relación entre lo visual y lo verbal, también es una paisajista alucinada de pura iconicidad, y otras veces pensó a la imagen desde la música.

Como a Borge y a Cortázar, a Hirsch también le interesó siempre la relación, mejor dicho relaciones, entre eso que se llama real y lo que se define como imaginario o surreal. ¿Es que acaso la frontera que los divide no tiene límites porosos?  ¿O podría ser que pasamos de un lado a otro sin darnos cuenta? O quizás directamente no hay fronteras… 

Hay dos cosas esenciales que Daniela Muttis decidió encarar con mucha sabiduría para que su documental sea tan atractivo. Porque con tanto material, con una figura tan rica en matices, con tantas cosas ocultas, la tentación de mostrarlo (casi) todo era grande. O intentar hacerlo, mejor dicho. Es más, es algo muy común con muchos documentales. Y más aún si son óperas primas en largometrajes – Muttis ya tiene en su haber más de un par de cortometrajes.

Pero supo elegir qué mostrar, qué sugerir, qué dejar de lado. Es como si hubiera hecho una operación de sustracción, como lo hace la poesía, que se construye desde los fragmentos para pensar – y sentir –  un todo. Nada más adecuado para una artista experimental  que también pensó su obra desde la mirada de la poesía. Y de esa manera también están concatenados, encadenados, los planos de cada escena, y lo mismo ocurre de escena a escena. Claro que siempre pensando en el fragmento como unidad básica.

Su segundo gran acierto, tan importante como el primero, es acercarnos a Narcisa desde una mirada humana, mostrar la persona que ella es. Para eso están las entrevistas – una vez más, fragmentos que hablan por el todo – que lejos están de poner a la artista en un pedestal, sino más bien de mostrarla y revelarla en toda su complejidad como ser humano. Y, lo que no es nada menor, acercar su calidez y su candor para que el espectador la siga conociendo.