
“Todo lo que aparece en esta película en algún momento existió y todavía sigue existiendo, en la experiencia de muchos jóvenes que habitan mi barrio correntino. En los pasillos oscuros de Las mil y una, el amor más grande apareció una vez, también los mejores amigos que ayudaron a formar una pequeña resistencia queer en la periferia”, señala Clarisa Navas (Hoy Partido a las 3) acerca de su segunda película Las mil y una, que tuvo su estreno mundial en la Berlinale, fue premiada en San Sebastián y participó de la competencia internacional de Mar del Plata que finalizó hoy. Y el 3 de diciembre será estrenada en la plataforma Cinear TV.
Las mil y una transcurre en el barrio Las Mil Viviendas y ese no es un dato cualquiera. Porque este legendario barrio de monoblocks se parece más a una pequeña ciudad en sí misma que a un barrio convencional. Ubicado en la periferia de la capital, es un territorio que supo conocer tiempos mejores y que le dio un hogar a incontables familias de ingresos moderados. Pasó el tiempo, pasaron los funcionarios, pasaron las crisis y lo quedó fue ese mismo territorio, ahora empobrecido, derruido.
Aun así, Las Mil Viviendas resistió y conservó su espina dorsal. Sobre todo, conservó la vitalidad de lo real. De eso que no se puede impostar. Sus noches pueden ser oscuras y traicioneras, pero también brillantes, gozosas. Noches que son el refugio de jóvenes muy vivos, bien en contacto con su deseo, o al menos en su búsqueda.

Precisamente eso es lo que le pasa a Iris, una chica algo tímida e introvertida. Un día como cualquier otro, conoce a Renata, una adolescente muy distinta a ella que conoce muy bien el camino del deseo. No es ninguna novedad que los opuestos se atraen y casi sin querer queriendo se van enamorando. Hay obstáculos, hay idas y vueltas, hay prejuicios que vencer. Pero las pibas cada día tienen más ganas de estar juntas.
Las mil y una es punzante, y hasta cruda, en la manera en la que va construyendo el vínculo de esta pareja despareja – así como lo es en el retrato del barrio de monoblocks. Al mismo tiempo, tiene una mirada amorosa para con los jóvenes – y sobre el barrio. Es una cuestión de matices. Imágenes melancólicas, ráfagas de un aire nuevo, calles que tienen sus historias secretas. Así es la poética de este realismo.
Mientras miraba la película, pensaba en la indefensión y deriva de los jóvenes de Gus Van Sant, y también en los de Pasolini, viviendo el día a día con lo mínimo. Todos juntos pero solos. Habitan un mundo que los mira con indiferencia. Algo de eso hay en Las mil y una. Aunque acá los jóvenes no son víctimas, son resistentes. Incluso la pareja de Iris y Renata tiene la posibilidad del amor.
Las mil y una (Argentina, 2020)
Escrita y dirigida por Clarisa Navas. Con Sofía Cabrera, Ana Carolina García, Mauricio Vila, Luis Molina, Marianela Iglesia. Fotografía: Armin Marchesini Wheihmmuller. Sonido: Mercedes Gaviria Jaramillo. Música: Claudio Juárez. Montaje: Florencia Gómez García.