
El director islandés Benedikt Erlingsson se dio a conocer en el circuito de festivales con su excéntrica ópera prima De caballos y de hombres, que reunía tres historias interrelacionadas acerca de las diferentes relaciones entre los residentes de un pequeño pueblo y sus compañeros equinos – relaciones que podían llegar a ser muy complicadas. De caballos y de hombres se estrenó tardíamente en Argentina, luego de ganar el premio al mejor director en San Sebastián y en Tokyo, para luego ser nominada para los Oscars como mejor película en lengua extranjera.
Mujer en guerra, su segunda película, recibió el Prix SACD en la Semana de la Crítica y el Lux Film Prize del Parlamento Europeo y se estrenó recientemente en la plataforma puentesdecine. Y así como De caballos y hombres, Mujer en guerra también oscila entre la comedia negra con ribetes satíricos y el drama inesperado, que de gracioso no tiene nada.
Halla aparenta ser una mujer común y corriente, pero en realidad vive una doble vida. Por un lado, es una mujer independiente y trabajadora, como tantas otras, pero por otra parte es una activista ambiental clandestina. Su apodo es “La Mujer de la Montaña” y su objetivo es luchar contra la creciente contaminación que provoca la industria del aluminio. Cuando está a punto de ejecutar su maniobra más agresiva, recibe una carta que cambia todos sus planes. Y no por cuestiones políticas, sino por asuntos bien personales que la ponen en una encrucijada.

El sentido del humor, tanto De hombres y caballos como de Mujer en guerra, es un gusto adquirido, por así decirlo. Porque culturalmente nos resulta ajeno y de ahí que no sea fácil sentirse conectado. Pero promediando el primer acto, uno ya se acostumbró a esa rareza y empieza a disfrutarla. Es entonces cuando apreciamos el tono de la película y nos involucramos con nuestra heroína y su lucha.
Lo que no nos resulta ajeno en ningún momento es su mirada política. En Islandia, acá y en la China la guerra contra la contaminación debida a industrias varias es una guerra que parece no terminar nunca. Y son muy pocas las batallas que se ganan. Por más que esa guerra tenga aspectos cuestionables, eso no importa a la hora de hacer sumas y restas, Y pese a lo oscuro del panorama general, la película no adopta un tono cínico ni nihilista. Claro que tampoco es triunfante. No es la idea. No es una película con conclusiones definitivas, en cambio es de esas películas que no clausuran sus sentidos. Por eso hay más para pensar, para debatir, para ganar conciencia.
El mundo entero (Kona fer í stríð, Woman at War, Islandia, 2018) Dirigida por Benedikt Erlingsson. Escrita por Ólafur Egilsson, Benedikt Erlingsson. Con Halldóra Geirharðsdóttir, Davíð Þór Jónsson, Magnús Trygvason Eliassen, Omar Gudjonsson. Fotografía: Bergsteinn Björgúlfsson. Música: David Thor Jonsson. Duración: 101 min.