El mundo entero, de Sebastián Martínez

“El mundo entero, el documental que fui construyendo durante años recorre la ciudad como si fueran las ruinas de una civilización perdida, o los restos de un naufragio, y a su vez, trata de componer la imagen del hombre que la fundó: un personaje enigmático y para muchos, desconocido”, dice Sebastián Martínez (París Marsella, Centro) acerca de su nuevo documental recientemente estrenado en la plataforma CineAr.  El mundo entero es, en primer lugar, una exploración muy autoral sobre la figura de Francisco Piria, el creador de la ciudad uruguaya de Piriápolis  – entre tantos otros emprendimientos.

Corre el año 1900 y un joven comerciante marca un antes y un después en el Mercado Viejo de Montevideo al instrumentar estrategias varias de venta para acceder a viviendas construidas en un gran número de barrios alrededor de la capital. Barrios que él mismo construyó. Así, Piria, el joven y maduro pionero se establece como un hombre con una mentalidad visionaria y con una actitud claramente pragmática -una combinación difícil de encontrar.  

Porque construir una ciudad sofisticada a la que bautiza con su nombre no es cosa de todos los días. Menos aún cuando se trata de hacerlo en una zona que casi todos consideraban inutilizable. Como si esto fuera poco, se dice que Piriápolis también fue la obra de un alquimista, aunque no haya evidencia que sustente esa aseveración. Y se dice que Piria estaba vinculado a la masonería y el esoterismo.  

También sorprende, y mucho, que Piria haya sido una persona tan multifacética ya que, en principio, se lo asocia solamente con Piriápolis. Pero esa es una verdad a medias. Porque, además fue escritor, comerciante, periodista, hotelero, y político de raza sin ningún cargo en ningún gobierno.

Aparte de dar cuenta de quién era Piria a través de su mirada de cineasta, a Martínez le importa, tal como él mismo lo señala, capturar el aire de esplendor perdido de la ciudad. Y eso es exactamente lo que logra a la perfección. Su cámara no es inocente al elegir su punto de vista, sus planos muestran y ocultan, su fotografía que crea climas y el ritmo del montaje acompasado nos permite habitar ese milagro de ciudad que quedó trunca. Por eso Martínez filma lo que quedó y las huellas del tiempo, tarea difícil si la hay. Con razón, la nostalgia y hasta la melancolía se hacen presentes durante casi todo el metraje.

Hay también entrevistas a cámara y una voz en off que proveen información y ordenan el relato. Y aquí es donde aparece la pata floja del documental. Creo que hubiese sido mejor editar todavía más las entrevistas y acallar un poquito la voz en off. Por dos motivos: porque son herramientas demasiado convencionales que chocan con la magia del diseño visual y sonoro. Y también porque interrumpen, a veces, el fluir de la historia. No es que no se pueda usarlas, pero quizás usarlas menos hubiera sido un punto a favor.

Pero eso no quiere decir que El mundo entero no logre lo que los buenos documentales logran. Por el contrario. Porque el documental sí descubre un universo, reflexiona sobre lo descubierto y hace casi tangible el objeto que explora.  Para quienes conocemos Piriápolis, no es una exageración decir que Martínez nos hace sentir lo que sentimos al estar ahí mismo, en sus hoteles, su la rambla y en sus playas.

 El mundo entero (Argentina, 2020)

Dirigida por Sebastián Martínez. Escrita por Sebastián Martínez y Valeria Grossman.  Fotografía: Diego Poleri. Sonido: Víctor Tendler. Música: Hernán  Kerlleñevich. Montaje: Iara Vilardebó, Federico Rozas. Duración: 78 minutos