El conjuro 3: El diablo me obligó a hacerlo, de Michael Chaves

Sí, ya todos sabemos que El conjuro es una de las mejores películas de terror de la década pasada. Haber recuperado el espíritu y la forma de grandes hitos de los ’70 no es poca cosa. Después vino El conjuro 2, que es no superó a su antecesora. Otra vez, una historia real pero un tanto desaprovechada, un festival de efectos especiales, poca garra. Y para la tercera entrega, El conjuro 3 – El diablo me obligó a hacerlo- realmente temía lo peor y no en un buen sentido. Pensé que iba a ser otro desastre, o incluso uno peor.

Quizás por eso no me decepcioné. Hasta me hizo olvidar que hubo una segunda parte. Pero no me malentiendan, tampoco es una gran película. Aunque sí creo que está ligeramente arriba del promedio de películas de terror de las majors. Es mucho lo bueno que se puede encontrar en el cine de terror independiente, pero no con el de los grandes estudios. Así, El conjuro 3 sale relativamente airosa. No es poco.

Basada ligeramente en un caso de la vida real, el juicio de Arne Cheyenne Johnson, en el que la defensa planteó que su cliente había cometido un homicidio por posesión demoníaca. Entonces, es tarea del matrimonio Warren investigar al siniestro devoto de Satanás que maldijo al pobre Arne. Más de investigación detectivesca y un poco menos de cine de terror. Pero cuando el terror aparece…. no se olvida tan fácilmente.

Que Vera Farmiga y Patrick Wilson sigan siendo tan convincentes como en la película original no debería sorprender. Son buenos actores y el matrimonio Warren, los famosos investigadores de lo paranormal, parece ser una dupla hecha a su medida. Y que la película alterne entre lo detectivesco y lo terrorífico no deja de ser una apuesta interesante y bien resuelta – aunque cuente con sus detractores que esperaban sentir el terror a flor de piel. De hecho, las escenas de exorcismo no son más de lo mismo porque tienen una cualidad más real en el orden del sufrimiento del poseído y la visibilidad de lo demoníaco.

Pero esta tercera parte hace agua en una decisión errónea: en intercalar en exceso lo que ocurre en el presente con aquello del pasado con flashbacks un tanto explícitos. Ir y venir casi todo el tiempo corta el suspenso, la tensión y el terror de la historia principal, que es la del presente. Menos flashbacks y más concentrados eran la clave para que esta estructura realmente funcionara bien. Incluso como drama. Tal como está, se evidencian las costuras del relato y se pierde potencial.

Dicho esto, El conjuro 3 – El diablo me obligó a hacerlo, se puede ver y disfrutar sin problemas, aunque no vaya a quedar en la memoria durante mucho tiempo. Creo que involuntariamente eso es lo que terminó siendo: un honesto y efectivo producto de consumo rápido.