Halloween, de David Gordon Green

Una nueva entrega de la franquicia Halloween tenía todas las chances de ser un desastre. No hay que ser muy inteligente para saber por qué: la primera de todas, Halloween (1978), es una obra maestra del gran John Carpenter, casi el primer slasher norteamericano y una película que es imposible mejorar. Es tan seductora en su estilo refinado como en su discurso perturbador. Para más, el tiempo pasó y la película no envejeció. La segunda entrega, Halloween II (1981), dirigida por Rick Rosenthal (un correcto director de televisión) y escrita y producida por John Carpenter y Debra Hill, no es una mala película pero no pasa de ser un slasher común y corriente con un par de muertes atractivas. Entretenida y olvidable.

De ahí en adelante, todas las entregas restantes son una peor que la otra. Quizás Halloween H20: 20 años después (1998), con el regreso de Jamie Lee Curtis, es la menos mala – al menos tiene algunas escenas con cierta tensión y un poquito de sorpresa. Por otra parte, está la muy conocida y bastante libre remake de la original que hizo Rob Zombie. Halloween, el comienzo (2007), propone una nueva mirada, tiene mucho para decir y hace de la violencia un gran espectáculo. Sobre todo, el giro más interesante es que el Michael Myers de Zombie ya no es el Mal Absoluto de Carpenter, sino un psicopáta hecho y derecho, un asesino serial con una infancia traumática y desoladora. Dos años después, Zombie hizo una segunda parte que arranca más o menos bien, descarrilla en cuestión de minutos y termina siendo otro desastre más en la saga.

Y ahora, en el 2018, regresa Jamie Lee Curtis con una nueva Halloween. Está dirigida por David Gordon Green, y producida, entre otros, por John Carpenter, Jason Blum, Jamie Lee Curtis y el director mismo. Y eso es lo primero que llama la atención: que Gordon Green sea, precisamente, el director. Porque es un cineasta que comenzó su carrera con una serie de pequeñas pero valiosas películas de cine independientes que nada tienen que ver con Halloween, tales como George Washington (2000), Undertow (2004), y Prince Avalanche (2013), las dos primeras estrenadas en el prestigioso New York Film Festival. Después realizó películas más mainstream, eficientes y efectivas, con el sello de Hollywood, tales como Joe (2013), Maglehorn (2014) y Stronger (2017).

Halloween es su primera película de terror. A juzgar por el auspicioso debut, dan ganas de que siga explorando el horror. Claro que la presencia de Carpenter como productor no es un dato menor a la hora de revivir el espíritu de la original con una historia nueva que anula las 9 secuelas/remakes previas. Esta Halloween es, de hecho, una segunda parte de la de 1978, solo que ocurre 40 años después, en los ya conocidos suburbios de Haddonfield. Se sabe que Laurie fue la única sobreviviente de su grupo de amigas y novios, pero que haya sobrevivido no significa que haya quedado ni muy bien ni muy tranquila. Porque el cuco tambien sobrevivió.

Por eso tiene sentido que ahora, siendo ya una mujer madura, con una hija y una nieta, Laurie esté anticipando, siempre tensa y alerta, un nuevo ataque de Michael. Y aunque sabe que está encerrado en una prisión de máxima seguridad, eso no es garantía de nada. Michael siempre se las arregla bastante bien para huir. De máxima seguridad también es la casa/refugio donde vive Laurie, en el bosque en las afueras del pueblo, con armas, cerrojos y alarmas. Una casa segura. Pero, no tanto.

Por otro lado, que todos piensen que está loca no es lo mejor que le podía pasar. Justamente por eso le quitaron la custodia de su hija Karen (Judy Greer) cuando era niña, y su propia nieta Allyson (Andi Matichak) está resentida con ella. Pero mientras su familia esté viva, Laurie está más que satisfecha. Aunque sepa que Michael, tarde o temprano, va a volver.

También obsesionado con Michael está el Dr. Sartain (Haluk Bilginer), que quiere saber por qué mata. El psiquiatra original, el Dr. Samuel Loomis (Donald Pleasance) sabía que lo hacía porque es el Mal Absoluto. Pero para Sartain esa respuesta no alcanza. Algo más debe haber. Y para ir descifrando el misterio lo acompañan dos periodistas británicos (Rhian Rees y Jefferson Hall), que están interesados en volver a contar esta historia terrible a todos los recién iniciados. Una historia que pronto va a continuar con una nueva masacre en la noche de Halloween. Como debe ser.

Que esta Halloween tenga una mirada feminista a tono con los tiempos no debería sorprender. Es como si a Michael, depredador por naturaleza, el tiempo de matar impunemente se le hubiera acabado. Laurie ya no es una babysitter ingenua, sino una guerrera a lo Ripley/Sigourney Weaver en Alien. Una mujer que, esta vez, va a dar batalla campal en vez de esconderse en el closet. A partir de esa transformación, se puede pensar un subgénero diferente. Un slasher de mujeres empoderadas y unidas que ya no están dispuestas a soportar la violencia de hombres malévolos ocultos detrás de máscaras. Basta de terminar asesinadas por todos lados.

Por eso, Laurie, la gran protagonista, es un personaje bastante más desarrollado que lo usual para un slasher. Tiene espesor, texturas. matices. Es bien de carne y hueso. En la original, los personajes eran bocetos al servicio de una trama bien simple y un uso muy elaborado del lenguaje cinematográfico. Esa simpleza en los personajes no era, entonces, un problema. Al fin y al cabo, Carpenter estaba casi creando, sin saberlo, el slasher norteamericano arquetípico (en 1974 se estrenó Black Christmas, de Bob Clark, y en 1976, Alice, Sweet, Alice, de Alfred Sole, dos conocidos pre-slashers). Pero ahora Carpenter y Gordon Green tuvieron la inteligencia de elevar la estatura de la protagonista y de algunos personajes secundarios para así articular mejor su contundente comentario político. Y también para que nos preocupe más lo que les pasa.

En un registro menos estilizado que el de Carpenter, pero muy efectivo de todos modos, aparecen los climas inquietantes, las muertes bien macabras, el rostro de Michael saliendo de la oscuridad, y la música electrizante tan familiar. Algo así como una película de terror que se cruza con el drama de un trauma. Incluso se la podría pensar, en parte, como una película de invasión al hogar donde la relación víctima/victimario se invierte (no tan) inesperadamente. Una película de venganza.

Y sí, es una obviedad decir que Jamie Lee Curtis es clave para el éxito de Halloween – tanto en la original como en esta nueva versión. Pero no por ser obvio deja de ser verdadero. Aquí el registro actoral es realista, más cercano al drama familiar que al slasher típico. Y esta actriz con tanta presencia sabe seducirnos, conmovernos, hacer que no dejemos de mirarla. A Michael le debe pasar lo mismo. Por algo la sigue a todos lados. Y esa sensación de estar siendo perseguida a la distancia, de ser acechada, está siempre presente en el rostro y el cuerpo de Jamie Lee Curtis. Porque esta vez Laurie sí pone el cuerpo.

Más allá de todas las clasificaciones posibles, esta nueva Halloween es tal vez lo mejor que se podría haber hecho como secuela de una obra maestra. Aparte, está hecha por un fan de Carpenter y parecería que, en primer lugar, está pensada también para fans de Carpenter. Sobran los motivos para celebrar.

Halloween (EEUU, 2018). Puntaje: 8

Dirigida por David Gordon Green. Escrita por David Gordon Green, Danny McBride y Jeff Fradley, basada en personajes creados por John Carpenter. Con Jamie Lee Curtis, Judy Greer, Andi Matichak, Nick Castle, Haluk Bilginer, Virginia Gardner, Will Patton. Fotografía: Michael Simmonds. Música: Cody Carpenter, John Carpenter, Daniel A. Davies. Montaje: Timothy Alverson. Duración: 106 minutos.