1955, Argentina. Rosa (María Soldi) está casada, es ama de casa y costurera. Aburrida con su vida, como tantas otras mujeres de esa época, Rosa intenta refugiarse en historias de detectives, que lee sin parar. Su marido (Manuel Vignau) es militante político y no está muy presente en el hogar – más bien todo lo contrario. El matrimonio vive en un barrio peligroso en una ciudad de provincia, pero ni siquiera eso quiebra la monotonía en la vida de Rosa.
Hasta que ocurre un hecho que va a cambiar su vida por completo. De buenas a primeras, ella es la única testigo de un crimen feroz. Sin querer queriendo, esta ama de casa se va a convertir en la protagonista de su propio policial.
Adaptada de la obra de teatro homónima de Julio César Beltzer, Rosa, la película, fue filmada en San Antonio de Areco y tiene dos cualidades poco presentes en el cine argentino: es un neo noir en el que tenemos a una persona común y corriente en el rol del investigador privado. Y eso es lo que más importa, la vida de Rosa, y no los vericuetos de la trama. María Soldi le da espesor a la transformación de su personaje y algunos matices. Por otra parte, la mirada de los directores es claramente feminista. Rescata a una ama casa de una vida de sumisión para empoderarla para siempre. Lo mejor de todo: Rosa logra sus victorias por sus propios medios.
Tal como señalan sus directores, Mariano Turek y Luján Loicoco: “El contexto de la historia nos remitía al mundo de los melodramas y de los policiales del cine de aquella época, tan afín a nuestros gustos. Y, a la vez, adaptar una obra de teatro siempre conlleva un riesgo. Este caso, en lugar de hacer una adaptación literal, decidimos enfocarnos en los elementos del policial que se encuentran en la historia.”
A diferencia de muchas películas basadas en obras de teatro, La rosa no es estática, ni se apoya exclusivamente en el diálogo, y tampoco tiene un ápice de teatro filmado. Es absolutamente cinematográfica: las transiciones entre los distintos escenarios de la trama son fluidas y nunca están forzadas; las convincentes interpretaciones de un elenco muy bien ensamblado son capturadas por una cámara que registra hasta el más pequeño de los detalles, y el montaje marca el tempo sin apuro, con exactitud.
Un párrafo aparte merecen la fotografía y la dirección de arte. Ninguno de estos dos aspectos del lenguaje del cine funcionarían tan bien sin la sinergia que los une. Los tonos ocres matizados con tonos más vivos de la iluminación se funden con los objetos y elementos de una escenografía que bien podría haber resultado artificial. Pero, en este caso, está estilizada con refinamiento, evocando la sensación de la época.
Como una nota fuera de lo común, se podría pensar a María Soldi como una mujer fatal involuntaria. Porque como todos sabemos en el noir, y en el neo noir también, la mujer fatal despliega sus artilugios como si fuera una mujer araña. Rosa, en cambio, se ve casi obligada a hacerlo, contra su voluntad. Aunque después le toma el gustito a protagonizar su vida de una forma que nunca antes había imaginado.
Algo con una mujer (Argentina, 2020).
Escrita y dirigida por Mariano Turek y Luján Loioco. Con María Soldi, Manuel Vignau, Abel Ayala, Miriam Odorico, Oscar Lapiz, Daniel Lambertini, Mercedes Burgos. Fotografía y cámara: Gustavo Biazzi. Dirección de arte: Alicia Vázquez. Edición: Nicolás Goldbart. Duración: 90 minutos. Disponible en Cine.Ar.Play.