Mamá, mamá, mamá, de Sol Berruezo Pichon-Rivière

“El mundo femenino rara vez se llega a tocar por completo. Y no hablo del cine nacional, sino de la cinematografía en general. Hay ahí un pequeño misterio que es difícil penetrar. Me interesa el mundo femenino de la niñez, de la pubertad. De cómo el cuerpo crece pero a destiempo del niño. No hablo en términos de madurez, sino en formas de ver la vida”, señala la guionista y directora Sol Berruezo Pichon-Rivière acerca de su ópera prima Mamá, mamá, mamá, que recibió sendos elogios en el Festival de Mar del Plata y también la Mención Especial del Jurado Internacional en la Berlinale. Y ahora se estrena en la plataforma puentesdecine, un espacio ideal para producciones independientes de carácter autoral.

En mamá, mamá, mamá, en un día de verano como cualquier otro, ocurre un hecho muy doloroso: una niña se ahoga en la pileta de su casa. Cleo, nuestra protagonista, es una niña de doce años, que tiene que aceptar la muerte de su hermana como pueda. Y en un mundo sin adultos, solamente acompañada de sus tres primas. Cada niña construye su propia realidad para lidiar con la tragedia. Per Cleo no puede expresar qué siente, y de ahí entonces su angustiante mudez. 

Mamá, mamá, mamá tiene en común con otras películas argentinas independientes una narrativa que se podría llamar minimalista. No son los vericuetos de la trama ni los puntos altos y bajos del drama lo que la definen. No es lo que le importa a su directora. Y es perfectamente legítimo porque su ojo está claramente puesto en otro lado.

A  Sol Berruezo Pichon-Rivière lo que la impulsa a contar su historia son los climas, las atmósferas, los vericuetos que se esconden detrás de lo que está a primera vista, los intersticios de lo que está pasando. Y esta manera de mirar no pierde su foco, está atenta, registra el detalle. Y así revela aristas de un proceso de duelo que es tan doloroso como inesperado.

En ese sentido, Mamá, mamá, mamá es casi inobjetable. Casi. Porque la sucesión de climas y atmósferas, que sí son elocuentes, con tiempos muertos que hacen agua no parece haber sido una elección ni de guión ni de dirección. Da la impresión de que había bastante más para narrar, pero la delgadez de este minimalismo a veces termina siendo plano dramáticamente. O simplemente anecdótica. Como que es más de lo mismo.

Ahora bien, lo que está bien está muy bien. Creo que son las interpretaciones, sentidas y creíbles, lo primero que me llamó la atención. También hay un muy acertado tratamiento de la fotografía, con ecos del pasado mezclados con luces y sombras del presente. Es entonces cuando la película funciona a la perfección. En cuanto al ritmo, para unos cuantos será lento y no estarían tan equivocados mientras que para otros será el adecuado. Esto sí que es muy personal. De hecho,  también debe serlo para la autora de esta nada desdeñable ópera prima.

Mamá, mamá, mamá (Argentina, 2020)

Directora y Guionista: Sol Berruezo Pichon-Rivière. Con Agustina Milstein, Chloé Cherchyk, Camila Zolezzi, Matilde Creimer Chiabrando, Siumara Castillo, Vera Fogwill. Fotografía y cámara: Rebeca Rossato Siqueira. Montaje: Joaquín Elizalde y Valeria Racioppi. Músical: Mauro Mourelos. Sonido: Lucas Larriera, Lara Baldino. Duración: 65 minutos.