“En YiLet primero solo tocaba con Marina y a partir de que nos conformamos como trío (al convocar a Ani) empezamos a tener muchas fechas. Nos lo tomamos en serio, queríamos tocar mucho. Y en esas fechas que nos empezaron a salir y que buscábamos, en general nos agrupaban con otras bandas de chicas. Entonces, por un lado, para mí fue una sorpresa el hecho de que existieran tantas bandas de chicas y tantas chicas haciendo música. Y por otro, me empezó a hacer ruido el hecho del por qué nos agrupan ¿es un género el hecho de que seamos chicas?”, señaló Marilina Giménez en una entrevista a Tiempo Argentino acerca de la génesis de Una banda de chicas, su ópera prima documental que se estrenó en los festivales de Mar del Plata y Rotterdam y ahora se exhibe los jueves de noviembre a las 21:00 en el Malba.
La pregunta que se hace la realizadora tiene sentido. Sobre todo cuando con frecuencia los estilos musicales de las distintas bandas de chicas convocadas para tocar juntas no son compatibles. Entonces, tener mucho público no es tarea fácil. Por otra parte, son muchas las bandas de chicas y, sin embargo, la visibilidad es escasa o nula. En todos lados: en la radio, en la prensa, en Internet apenas aparecen. Así fue, entonces, que Giménez se decidió a empezar a grabar a diferentes bandas, muy probablemente sin darse cuenta de que de su registro un documental tan vital como multifacético.
Una banda de chicas es, por un lado, una especie de gira alrededor de la escena underground de Buenos Aires con los testimonios y la presencia de Miss Bolivia, Kumbia Queers, Las Taradas, Las Kellies, Kobra Kei, Ibiza Pareo, Liers, She devils, Sasha Sathya – entre otras. Pero no es solo eso (aunque eso solo ya es mucho). Porque también es un documento que da cuenta de mujeres músicas con un objetivo político en común: deconstruir los estereotipos dominantes en la industria de la música y proponer, en cambio, otras voces que cantan otras melodías.
Disruptivas, combativas y rebeldes, las mujeres de estas bandas de chicas saben lo que quieren y cómo conseguirlo. Son nuevas generaciones que se cansaron de los viejos mandatos del patriarcado que solo sirven para anular identidades. Ellas son el cambio tan esperado. Por eso aquí también están las mujeres de “ni una menos” con su lucha y sus reivindicaciones. Es una celebración conjunta desde una perspectiva de género, donde las sexualidades diversas no piden permiso para el goce. Y lo bien que hacen.
Visualmente, Una banda de chicas es un documental muy atractivo. Arriba del escenario y en el detrás de escena, la cámara de Marilina Giménez registra este singular universo de una manera realista, sin maquillaje ni estilización. A veces se trata de una nerviosa cámara en mano con el pulso de la música, otras veces son planos fijos que capturan el reposo ocasional. Lo que prima siempre es la espontaneidad en vez del gesto ensayado. Porque queda claro que son las vivencias, autenticas y excéntricas, de este grupo de chicas lo que ellas expresan a través de su música. Son experiencias de vida, no música que se aprende de memoria. Es música que es pura pasión.
Una banda de chicas (Argentina, 2018). Puntaje: 7
Dirigida por Marilina Giménez. Escrita por Marilina Giménez, Lucía Cavallotti. Con las integrantes de las bandas Chocolate Remix, Ibiza Pareo, Kobra Kei, Kumbia Queers, Las Kellies, Las Taradas, Liers, Miss Bolivia, Sasha Sathya, She Devils y Yilet. Fotografía: Pablo Vieitez, Manuel Mazzaro. Montaje: Julia Straface. Sonido: Sofía Straface. Duración: 83 minutos.