Santiago, Italia es la nueva película de Nanni Moretti, un documental que ganó el premio David De Donnatello y que fue exhibido como película de cierre del último BAFICI. Y si bien se le podría objetar que su estructura narrativa y su realización son convencionales al extremo – entrevistas a una cámara fija, material de archivo, montaje invisible, ocasionales apariciones de Moretti – lo cierto es que no necesita ser de otra forma para ser tan conmovedora. Aquí no es la forma fílmica lo que más importa, sino la sensibilidad del cineasta para narrar una historia dolorosa. Mejor dicho, varias historias.
Porque Santiago, Italia, toma el marco del golpe de estado del General Pinochet ocurrido en 1973 en Chile para después hacer foco en el rol central que cumplió la embajada italiana en Santiago al dar refugio a más de 250 personas que solicitaban asilo. La embajada incluso ayudó a extraditar a varios opositores al régimen a Italia. Entre los entrevistados aparecen nombres famosos tales como los directores Patricio Guzmán y Miguel Littín, quienes con lucidez y entereza hacen que el pasado se haga presente a través de la palabra viva. También hay varios héroes anónimos, diplomáticos y otros funcionaros, que no se quedaron con los brazos cruzados ante las atrocidades de la dictadura de Pinochet. Y después están los sobrevivientes, que recuerdan el sufrimiento de entonces como si estuviera ocurriendo ahora. Porque hay cicatrices que nunca se cierran del todo.
Entonces, es lógico y hasta deseable que ellos y ellas sean los protagonistas a quienes hay que prestarles mucha atención, sin que el estilo de la película distraiga. Cada uno tiene su propia voz porque cada historia es singular, aunque queda claro que todo converge en un coro de voces con denominadores comunes. Es doloroso escuchar lo que todas estas personas tienen para decir. Es inevitable trazar paralelos con nuestra propia dictadura. Es imposible no conmoverse. Porque también aquí se habla de un sueño perdido, el de un país más justo para todos y todas. Con sus diferencias, algo parecido nos ha pasado a los argentinos. Por eso Santiago, Italia se siente tan cercana.
Hay que señalar que, a pesar del dolor, Santiago, Italia no es una película depresiva. No busca hundir al espectador en un abismo. Al contrario, reivindica el valor de la lucha y el apostar por la vida, aún en el peor de los escenarios. Con justa razón, no ofrece ni olvido ni perdón para los militares asesinos y sus colaboradores. No se trata de escuchar a las dos campanas. Porque una de es campanas hace un ruido horrible: hasta hoy hay quienes niegan su participación en los crímenes de estado o, todavía peor, los justifican. Por eso es tan reconfortante ver presos a muchos de ellos. Lamentablemente, muchos otros están en libertad. Otra vez, una historia conocida para nosotros los argentinos.
Santiago, Italia (Italia, Francia, Chile, 2018). Puntaje: 8
Escrita y dirigida por Nanni Moretti. Fotografía: Maura Morales Bergmann. Montaje: Clelio Benevento. Sonido: Boris Herrera Allende, Alessandro Zanon. Duración: 80 minutos