Por gracia de Dios, la nueva película de François Ozon (Gotas que caen sobre rocas calientes, Bajo la arena, 8 mujeres, La piscina, Tiempo de vivir, Joven & Bella, Frantz) ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín de este año. Aunque no por su forma fílmica o su vuelo cinematográfico ya que, en este sentido, Por gracia de Dios dista de estar entre sus mejores películas. Es evidente que el punto es otro: lo que se ha premiado aquí es su tema y lo oportuno de la denuncia. Oportuno, no oportunista. Aunque es verdad que también tiene un par de méritos en la manera en que el tema es explorado y, sobre todo, en las convincentes y movilizadoras interpretaciones de sus actores.
Porque esta vez Ozon trae a la luz un caso que ocurrió en el seno de la iglesia francesa y conmocionó a la sociedad toda, incluyendo a las sociedades de muchos otros países. Se trata de del caso del sacerdote Bernard Preynat, quien en 2016 fue denunciado por una larga historia de abuso sexual que involucró a más de 70 niños desde los años 70, presuntamente encubierto por la jerarquía eclesiástica, siempre proclive a hacer la vista gorda ante los crímenes y pecados de sus sacerdotes. Los detalles del caso se empezaron a conocer a partir de 2015, gracias a los testimonios de miembros de La Parole Libérée (La palabra liberada), una asociación creada por las mismas víctimas para aunar fuerzas y recursos. Ozon investigó minuciosamente todo el historial, fue contactando a las víctimas, y basándose en los hechos reales, desarrolló esta ficción de denuncia.
Todo comienza cuando Alexandre (Melvil Paupaud), un empresario de Lyon casado con esposa e hijos, se entera de que el sacerdote que abusó de él cuando era un boy scout sigue trabajando con niños. Niños a quienes probablemente esté abusando. No debería sorprender. Comienza a investigar y a intentar que la iglesia francesa destituya al sacerdote, ya que recurrir a las justicia no serviría de nada considerando que el delito ya prescribió. Pero al ver que la iglesia hace poco y nada, entonces decide abrirse camino solo. O, mejor dicho, con la ayuda de dos hombres, François (Denis Ménochet) y Emmanuel (Emmanuel Thomassin), otras víctimas del sacerdote.
Al poco tiempo queda en evidencia que muchos otros miembros de la iglesia estaban al tanto de la pedofilia de Preynat. Entre otros, el Cardenal Barbarin e, incluso, quizás el mismo Papa Francisco. Porque lo que Alexandre y la asociación La Parole Libérée buscan no es solamente la condena de los culpables, sino también de la jerarquía eclesiástica que los encubrió.
Superior a Los amantes criminales, Ángel, Ricky, El refugio, o En la casa (las peores películas del director galo) Por gracia de Dios no alcanza la estatura de Gotas que caen sobre rocas calientes, Bajo la arena (su mejor película, con una memorable Charlotte Rampling), La piscina, Joven & Bella, o Frantz. Está en un terreno intermedio: es poco interesante desde lo estrictamente cinematográfico, es demasiado convencional y formulaica en su puesta en escena, en su montaje y en la concepción general de la narrativa. Como si fuera un telefilm, casi todo está adecuadamente explicado, sin ambigüedades, sin espacios para que el espectador construya su propia película. Queda claro que el principal objetivo es informar y concientizar, apelando a recursos nobles pero didácticos. Sin prisa ni pausa, y con minutos de más, Por gracia de Dios describe más que narrar.
Dicho esto, también están sus méritos. Lo que salta a la vista de inmediato son las interpretaciones: los actores hacen mucho más con sus personajes que lo que el guión les brinda. Consiguen matices, sutilezas, espesor. Hacen carne las consecuencias del abuso sin caer en golpes de efecto vacíos. Por otra parte, sin caer nunca en el melodrama ni explotar la temática con golpes bajos, Ozon consigue un tono adecuado que sirve para contener los desbordes ocasionales a la vez que enfatiza los momentos más reflexivos. Hay respeto y moderación, pero también hay furia e indignación en los momentos justos. Lo más admirable es la mirada lúcida del director y la verosimilitud que emana de todas las consecuencias derivadas de los abusos.
Al día de la fecha, Bernard Preynat ha sido expulsado del estado clerical, pero el caso sigue abierto en los tribunales de justicia. La batalla es larga, pero se ha iniciado y no es poco lo que se ha ganado. Es la primera vez en la historia que la Iglesia Católica admite públicamente que un sacerdote es un pedófilo, lo juzga y lo condena. Tomando en cuenta el contexto general – en Francia, en EEUU, aquí en Argentina, y en tantos otros países – una película como Por gracia de Dios es más que bienvenida. Da voces a las víctimas y silencia las de los victimarios. Y no claudica nunca. Como debe ser.
Por gracia de Dios (Grâce à Dieu, Francia-Bélgica, 2018). Puntaje: 7
Escrita y dirigida por François Ozon. Con Melvil Poupaud, Denis Ménochet, Swann Arlaud, Éric Caravaca, Josiane Balasko. Fotografía: Manuel Dacosse. Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine. Montaje: Laure Gardette. Duración: 137 minutos.