La boda, de Stephan Streker

Zahira (Lina El Arabi) es una joven de origen paquistaní de 18 años que nació y vive en Bélgica con sus padres (quienes llegaron al país hace más de 20 años), su hermano mayor (Sébastien Houbani) y su hermana menor. Va a la escuela secundaria, tiene una mejor amiga belga (Alice de Lencquesaing) con quien comparte sus problemas y alegrías, y le gusta un chico belga (Zacharie Chasseriaud), aunque no quiera admitirlo. Es, en muchos aspectos, una adolescente como cualquier otra, con una vida mucho más europea que paquistaní. En cambio, sus padres se vinculan casi exclusivamente con paquistaníes y mantienen un estilo de vida acorde a sus tradiciones. Hasta el momento, no parece que hayan tenido enfrentamientos importantes con Zahira debido a su mentalidad más moderna.

Pero la relación cambia por completo cuando ellos le piden, o mejor dicho le exigen, que siga la cultura patriarcal y machista de su país y que elija un joven paquistaní para casarse cuanto antes. Es evidente que Zahira sabía que, tarde o temprano, este momento iba a llegar – aunque probablemente no pensaba que fuera tan rápido. Y si hay algo que ella no quiere hacer es casarse con un paquistaní a quien va a conocer a través de una breve charla por Skype. Para peor, está embarazada de un chico con quien mantiene una relación informal y no quiere abortar. Su amigovio no quiere ser padre y sus padres no quieren que ella sea madre porque sería una vergüenza para la familia. Hay que mantener las apariencias y seguir las tradiciones. Zahira no está dispuesta a hacer ninguna de las dos cosas. Y eso no puede sino provocar graves problemas con consecuencias impensables.

Los choques culturales entre las generaciones de inmigrantes más antiguas y las generaciones más jóvenes, es decir sus descendientes, son un tema que el realismo social europeo ha examinado con frecuencia en los últimos diez años. En este sentido, La boda no es ninguna excepción. En esencia, la problemática es universal y el director Stephan Streker, belga de origen paquistaní, la representa como tal a la vez que señala sus particularidades y las cuestiona con una óptica lúcida y empática. No está descubriendo nada, pero el tono en el que comunica sus ideas es más que apropiado. Porque Streker elige el registro de un drama sin estridencias ni notas altisonantes, y en cambio busca conmover a través de interpretaciones realistas, con matices y sin ornamentos. Y, en buena medida, lo logra.

Lo más interesante en todo este gran conflicto es la lucha interna de Zahira, quien sabe que si no se casa nunca podrá ver de nuevo a su familia, que también sería deshonrada por sus pares por no haberla casado. Obviamente, no sabe qué hacer porque haga lo que haya siempre hay mucho para perder. Amir, su hermano mayor y confidente, también se siente escindido: por un lado quiere la felicidad de su hermana y que ella haga lo que quiera, pero por otro lado no puede liberarse del peso de la cultura de su país y no quiere que su familia sufra o sea mal vista. En estos conflictos internos está el corazón de La boda y es un corazón con un pulso fuerte y sostenido.

Lo que le juega en contra es su tendencia a explicar a través del diálogo muchas situaciones que ya se entienden por el contexto y la conducta de los personajes. Son diálogos verosímiles, sin duda, pero no siempre necesarios. Por otra parte, es fácil empatizar con Zahira y sus ambivalencias – y hasta con su hermano – pero no con sus padres que repiten siempre el mismo discurso y no ofrecen mucho más que eso. Esto es un problema porque queda claro que la película intenta que el espectador se ponga en la piel de todos los personajes, pero no lo logra. Y el final, aunque es lógico, es un poco abrupto. Era necesario preparar mejor el terreno para que no sienta como un golpe de efecto.

De todos modos, son las actuaciones tan convincentes y algunas escenas muy logradas lo más memorable de La boda. Y también el tono no beligerante. Su forma fílmica es clásica, hasta convencional, pero no por eso deja de ser efectiva – sobre todo en la segunda mitad, que es cuando los conflictos adquieren más espesor. Sin pretensiones innecesarias, Streker hace una película que es efectiva, reflexiva y entretenida.

La boda (Noces, Bélgica, Paquistán, Luxemburgo, Francia, 2016). Puntaje: 6

Escrita y dirigida por Stephan Streker. Con Lina El Arabi, Sébastien Houbani, Babak Karimi, Olivier Gourmet, Alice de Lencquesaing, Zacharie Chasseriaud. Fotografía: Grimm Vandekerckhove. Montaje: Jérôme Guiot. Duración: 98 minutos.