No sigas las voces, de Jung Huh

Han transcurrido 5 años desde la desaparición del hijo de Hee-yeon (Yum Jun-ah), quien todavía no pudo hacer el duelo y vive la pérdida como si hubiera ocurrido ayer. Ella, su esposo Min-ho (Park Hyuk-kwon), su hijita Joon-hee (Bang Yu-seol), y su suegra (Heo Jin), una anciana con demencia senil que, sin querer, tuvo que ver con la desaparición de su nieto, se mudan a una casa de campo con en busca de algo de paz. Pero paz es lo que menos van a encontrar.

Por empezar, a los pocos días de llegar aparece un cadáver escondido dentro de una caverna en los bosques aledaños. Nadie sabe qué pasó y parecería que no hay muchas pistas para resolver el homicidio. Al mismo tiempo, de la nada aparece una misteriosa nenita (Shin Rin-ah), no se sabe de dónde viene ni cómo se perdió. Hee-yeon decide no llamar a la policía de inmediato y, en cambio, acoge a la nena en su familia. Hee-yeon siente que tiene una nueva hija y la niña siente que tiene nuevos padres. Todo es muy raro, aunque sea tratado con naturalidad.

Lo que sí va más allá de lo raro es que la misteriosa nenita comienza a imitar a la perfección la voz de Joon-hee, como si fuera un clon sonoro. No pasa mucho tiempo hasta que aparecen otras voces. Voces de los muertos.

Sin rozar la excelencia de Invasión zombie, de Sang-ho Yeon, o incluso los notables logros de la ambiciosa The Wailing, de Hong-jin Na, Mimic: No sigas las voces es otra muestra del muy buen cine de terror coreano. No es de esas películas que se olvidan así nomás.

Escrita y dirigida por Jung Huh (Hide and Seek, su ópera prima, es excelente) esta historia tenebrosa y por momentos muy angustiante es un tanto despareja, pero sin embargo va más allá de lo que podría esperarse con una premisa trillada. Porque la historia es, en buen grado, usada como excusa para hablar del dolor de las pérdidas irreparables, de la imposibilidad de soltar el pasado y de la posibilidad de un retorno para buscar a eses seres queridos que alguna vez estuvieron muy cerca. Claro que todo tiene su precio. Y el precio suele ser muy elevado, eso ya se sabe.

El registro, en principio, es realista. Acá hay un drama con personajes que sufren mucho y tratan de llevar la mejor vida posible después de una tragedia. Las interpretaciones de todo el elenco – pero sobre todo las de Yum Jung-ah como la madre y de Shin Rin-ah como la niña misteriosa – son muy convincentes, realmente orgánicas, nunca impostadas. No cuesta involucrarse en la historia y si bien los personajes no son complejos, sí tienen unos cuantos matices que les dan singularidad – con excepción del policía que investiga la aparición del cadáver y también la abuela, que son apenas bosquejos y están muy desaprovechados. Es cierto que el primer acto es más que correcto, pero no particularmente atrapante – aunque la secuencia del comienzo sí lo es y mucho – pero a medida que la historia progresa, el drama de la familia tiene más y más resonancia.

Eventualmente, aparece la historia sobrenatural y No sigas las voces gana mucho en intensidad. Tiene un suspenso que se va filtrando de a poco, casi sin querer, con precisión y tensión . Sin innecesarias florituras visuales ni facilistas golpes de efecto, Jung Huh crea climas sugestivos, envolventes, bien oscuros. Los recursos son convencionales – juegos de luces y sombras, suaves movimientos de cámara, buen uso del fuera de campo, un sonido evocativo de algo ominoso – pero están muy bien ejecutados, son los justos y necesarios, y nunca están exagerados. Como en gran parte del cine de terror coreano, aquí también menos es más.

Por otra parte, No sigas las voces no resuelve del todo bien dos cuestiones importantes. Primero, la aparición de un chamán que cuenta la historia del tigre que imita la voz de una mujer para hechizar a los lugareños. Esta leyenda del folklore local necesitaba ser más narrativizada, no enunciada e ilustrada con apenas unos pocos planos. Considerando que es central a la trama, tiene que tener más carnadura. Aparte, llega tarde e incluso quiebra el clima. Segundo, hay más de un par de huecos en la hsitoria, y también elementos que se introducen y enseguida desaparecen casi porque sí. Y por momentos la trama, entre flashbacks varios e historias paralelas, es involuntariamente confusa.

Aún con estos reparos, No sigas las voces es una película inquietante que funciona igual de bien en tanto macabra historia de terror de fantasmas y demonios como sentido drama sobre la pérdida y el duelo que nunca llega. Y, claro, también está la búsqueda irrefrenable por recuperar a ese ser que tanto uno amaba. Cueste lo que cueste.

Mimic: No sigas las voces (Jang-san-beom, Corea del Sur, 2017). Puntaje: 7

Escrita y dirigida por Jung Huh. Con Yum Jung-ah, Park Hyuk-kwon, Shin Rin-Ah. Fotografía: Montaje: Duración: 100 minutos.