La ciambra, de Jonas Carpignano

En su laureada ópera prima, Mediterranea, el director Jonas Carpignano narra la historia de dos africanos que abandonan su país y se embarcan en un peligroso viaje a Italia con la esperanza de encontrar una mejor vida. Pero son (mal) tratados con mucha hostilidad y violencia, como les ocurre a tantos otros refugiados en la Europa de hoy. El protagonista de Mediterranea, el inmigrante Ayiva, es ahora un personaje secundario en La ciambra, la segunda película de Carpignano. Y Pio, el pre adolescente romaní de quien Ayiva se hacía amigo, es ahora el protagonista. La ciambra es, también, un doloroso y empático retrato de la ardua lucha diaria de grupos desclasados siempre al borde de la muerte.

Presentada y premiada en Cannes 2017, La ciambra hace foco en la vida cotidiana de los Amato, una familia de la comunidad gitana romaní que vive en la marginada región de Calabria en el sur de Italia, donde también residen muchos refugiados norafricanos. En la vida real Pio Amato es un adolescente de 14 años, que aquí representa una versión ficcionalizada de sí mismo, y vive con otros 15 miembros del clan familiar liderados por Iolanda, la madre de Pio, una matriarca con todas las de la ley (todos se interpretan a sí mismos con una naturalidad asombrosa). Una familia numerosa y ruidosa, muy exaltada por momentos, pero no por eso menos amorosa.

Como todo adolescente, Pio quiere ser grande, quiere dejar atrás la infancia de una vez por todas (aunque después la va a extrañar un poco), y entrar de lleno en el mundo de los adultos (pérdida de la virginidad incluida). Y eso que su adolescencia de ingenua no tiene nada: fuma y bebe como un adulto, es testigo de que su padre y su hermano mayor roban autos y están envueltos en otras actividades ilegales, al igual que muchos otros gitanos romaníes de la zona. Y cuando, una vez más, ellos son arrestados, Pio decide que es hora de que sea él el protagonista de ilícitos varios. Para algo ya es grande.

Con rasgos del realismo social y del neorrealismo, con un fuerte sesgo documental, La ciambra muestra su escenario tal como es, sin edulcorar nada pero tampoco tornándolo sórdido. Sí hay una mirada áspera sobre un entorno oscuro y aciago. Pero no una mirada depresiva o deprimente, menos aún nihilista o cínica. Porque, también, Carpignano también se encarga de mostrar lo luminoso que hay entre los vínculos que se articulan, incluso cuando se trata de comunidades que se excluyen mutuamente, como es el caso de los romaníes y los africanos.

Y, lo más importante, se encarga de enfatizar que lo que está mal es el orden de lo social y lo político que hace que el panorama sea tan injusto para muchos, y no que haya algo intrínsecamente negativo o reprobable en la naturaleza misma de los miembros de estas comunidades. Aunque tampoco son ángeles, eso también queda claro. Por suerte, no tienen ese halo de bondad falsa tan típico del neorrealismo de Vittorio de Sica – es más apropiado pensar en el de Rossellini.

Filmada mayormente con una cámara en mano que jamás es invasiva, con la luz disponible en las locaciones, sin estudios, con una fuerte presencia del sonido ambiente en un registro directo, y sin actores profesionales, La ciambra no es solo un registro de un estado de situación sino que es mucho más: una exploración dentro del mundo de un adolescente que quiere ser grande, con toda la alegría y el dolor que eso conlleva. Una película sobre la maduración, el crecimiento y las posibilidades de vivir y sobrevivir en entornos tan adversos.

Se le puede criticar que tiene unos cuantos minutos de más, sobre todo considerando que al no tener una historia central con tramas y subtramas (no al menos en el sentido clásico) el retrato de este todo se puede tornar reiterativo, como si se mostrase más de lo mismo sin que esto acreciente el drama. Por eso, cada tanto, La ciambra pierde algo de la potencia que viene acumulando. Pero no faltan detalles, de eso no cabe duda, ni tampoco una muy buena construcción del personaje central y de algunos secundarios. Porque acá nada es esquemático, nada es blanco o negro.

La Ciambra (A Ciambra, Italia, Brasil, Francia, Suecia, EEUU, 2017). Puntaje: 8

Escrita y dirigida por Jonas Carpignano. Con Pio Amato, Koudous Seihon, Damiano Amato, Iolanda Amato, Francesco Amato, Patrizia Amato, Rocco Amato, Susanna Amato. Fotografía: Tim Curtin. Montaje: Affonso Goncalves. Música: Dan Romer. Duración: 117 minutos.