Starlet (2012), Tangerine (2015), y The Florida Project (2017) son las únicas películas de Sean Baker estrenadas en Argentina – sus tres primeras películas, Four Letter Words, Take Out, y Prince of Broadway ni siquiera están disponibles en la web. Prince of Broadway recibió más de 10 premios en todo el mundo, fue aclamada por la crítica y fue muy bien recibida por una buena parte del público. Después, con sus tres películas siguientes, Baker se consolidó como una pequeña gran figura del mejor cine independiente norteamericano. Y con razón.
En Starlet, este joven director narra con empatía y sensibilidad la historia de la inusual amistad que se forma entre una cálida joven veinteañera que trabaja en la industria del porno y una antisocial señora mayor de temperamento hosco. El territorio es el Valle de San Fernando, en Los Ángeles, y el clima general es de soledad, indefensión, exclusión, y sueños que nunca se hicieron realidad. Pero también existe la posibilidad de conectar con otra persona, de ayudarse, de estar un poco mejor. Existe la esperanza de no estar tan solo.
También Tangerine es la historia de una amistad, esta vez entre dos chicas trans negras que se dedican a la prostitución en Santa Mónica, Los Ángeles. Marginadas, solas en un entorno hostil pero acompañándose entre ellas, vulnerables y aguerridas a la vez, y transitando caminos poco felices. Pero con no pocos momentos alegres y un tono de comedia mezclada con drama que hace que todo sea más real. Tangerine nunca es una película depresiva, sino una que también apuesta a la posibilidad de conectar con otros y así formar vínculos amorosos.
Y ahora se estrena The Florida Project, otro relato sobre vínculos: Halley (Bria Vinaite), es una joven madre soltera que vive, o mejor dicho sobrevive, con Moonee (Brooklynn Kimberly Prince), su hija de 6 años, en el motel Magic Castle, que de mágico no tiene nada, ubicado en las afueras de Disney World. Un motel donde van a parar muchos desclasados que se quedaron afuera del sueño americano, que en el mundo de Baker, en realidad, parecería no haber existido nunca. The Florida Project es, sobre todo, una historia de amor entre una buena madre y una muy cariñosa hija que se enfrentan diariamente a una realidad tan dura como desalentadora. Pero no por eso pierden el deseo de estar mejor. Aunque esta vez Baker cierra la película con no mucha esperanza, sino más bien con un dolor que no se va.
Narrada desde el punto de vista de Moonee, The Florida Project transcurre durante los días soleados de un verano como cualquier otro en el que la niña de 6 años se la pasa jugando en terrenos baldíos y parques de estacionamiento con dos niños amigos que también viven en el motel. Se las arreglan para conseguir helado gratis, hacen travesuras, vagabundean a lo largo de autopistas abandonadas y, por supuesto, nunca van a la escuela. Así pasan los días, entre alegrías y tristezas, sin ningún horizonte de bienestar a mediano o largo plazo.
Willem Dafoe, nominado a Mejor Actor de Reparto en los Oscars, interpreta al manager del motel, que oficia de padre putativo no solo de la niña, sino también de su madre. También es un mediador para intentar solucionar las disputas entre los huéspedes, que no son pocas ni menores. The Florida Project debería haber recibido más nominaciones: a mejor actriz y mejor actriz de reparto para Bria Vinaite y Brooklyn Kimberly Prince, y también a mejor película y mejor director. Claro que no es el tipo de película que Hollywood desea ver: un retrato de una Norteamérica sin la magia que Disney World promete.
Porque es el realismo de Baker lo que resuena en profundidad. No se puede dudar de lo que muestra es así tal cual se lo muestra. Lo que no significa que sea el realismo sucio tan de moda en tantos festivales internacionales. Es un realismo sensible, sin una agenda política explícita ni gritos a los cuatro vientos, lo que no quiere decir que no sea político en sí mismo. Todo lo contrario. Solo que el panorama social se traza a través de sentidas historias individuales miradas con una honestidad emocional y una autenticidad poco común. Sobre todo, acá ningún personaje es puro o bondadoso por completo, no son ni ángeles ni demonios, tienen aristas no muy admirables así como virtudes insoslayables. Son personas comunes y corrientes que hacen lo que pueden con lo que tienen. Por eso mismo son tan reconocibles y entrañables.
Con empatía y disimulo, Baker le sugiere al espectador que se pregunte qué haría en situaciones similares. Al mostrar a sus personajes en encrucijadas bien complicadas, pide que se los acompañe y que nunca se los juzgue. No porque no sea posible hacerlo, sino porque no es la actitud que su cine elige tener. Acá se pide comprensión, cercanía y afecto. El tono oscila entre la celebración de todas las posibles alegrías, que tampoco son tan pocas ni tan menores, y el hacer carne, sin edulcoramiento, todas las tristezas que laceran de por vida.
“¿Sabés por qué ése es mi árbol favorito?”, le dice Moone a una amiguita, “¿Por qué?”, pregunta ella, “Porque se cayó y sin embargo sigue creciendo”, le responde Moone. Y eso son los personajes de Baker: árboles caídos que siguen creciendo, aún en el suelo.
Proyecto Florida (The Florida Project, Estados Unidos, 2017). Puntaje: 9
Dirigida por Sean Baker. Escrita por Sean Baker, Chris Bergoch. Con Brooklynn Prince, Willem Dafoe, Bria Vinaite, Caleb Landry Jones, Mela Murder, Valeria Cotto, Christopher Rivera, Macon Blair, Sandy Kane, Karren Karagulian, Lauren O’Quinn. Fotografía: Alexis Zabé. Música: Lorne Balfe. Duración: 115 minutos.