Detroit, de Kathryn Bigelow

Detroit podría ser una película de terror. Una de psicópatas que invaden una casa, someten a sus ocupantes, los torturan física y verbalmente, y amenazan con matarlos. Y en algún momento matan a alguno. O a más de uno. También, al menos en parte, podría sr una película de guerra. Una en la que soldados desatados disparan a mansalva contra cualquiera que se mueva, caiga quien caiga. Y así mueren unos cuantos más. Los que tienen más suerte quedan muy malheridos. Solo que en Detroit en vez de sádicos psicópatas y soldados desquiciados hay furiosos policías racistas. Que, en este caso, viene a ser lo mismo. O peor, todavía.

Es que el último largometraje de Kathryn Bigelow (Punto límite, Vivir al límite, La noche más oscura) reconstruye con un fuerte dejo documental los enfrentamientos entre la policía de Detroit, la policía estatal de Michigan, la Guardia Nacional y un gran sector de la comunidad afroamericana en junio de 1967 en Detroit, una ciudad con un tercio de población negra y más de 90% de policías blancos.

Los trágicos enfrentamientos incluyeron violentas protestas en las calles, una brutal represión por parte de la policía, saqueos y bombas molotov, y ataques a viviendas y negocios. Mucho más grave aún fue la trágica experiencia de los sobrevivientes del incidente del Motel Algiers: tres adolescentes fueron torturados y asesinados por la policía mientras que otras nueve personas – dos chicas blancas y siete ciudadanos negros – fueron abusados por el mismo grupo de policías. Como saldo de todos estos crímenes, tiempo después tres policías fueron llevados a juicio. Todos fueron declarados inocentes.

Todo esto está retratado a través del sufrimiento de una docena de personajes, entre ellos un guardia de seguridad (John Boyega), un ex combatiente de Vietnam (Anthony Mackie), un huésped del Motel Algiers que dispara un revólver de juguete y sin querer desata el tsunami de violencia, un cantante del grupo The Dramatics (Algee Smith), dos chicas blancas (Hannah Murray y Kaitlyn Dever). Y, por supuesto, el líder de los tres policías racistas (Will Poulter), un hombre que mete miedo ni bien asoma su rostro.

Lo primero que se siente es la tensión. Ya desde el comienzo, Detroit está atravesada por el pulso de una nerviosa cámara en mano que junto a un montaje brusco le dan una fatigosa sensación de inestabilidad. Todo es volátil en este escenario, cualquier cosa puede pasar en cualquier momento, nadie está a salvo de nada ni de nadie. Este estado de situación general eventualmente queda a un margen y el foco del drama se traslada al interior del Motel Algiers y allí comienza el via crucis de sus protagonistas. Porque a la tensión se le agrega un suspendo in crescendo que por momento es casi intolerable. Las fuerzas del orden exhiben su odio y su sadismo con orgullo mientras sus víctimas, que son nueve que representan a tantas otras, son humilladas hasta que no dan más.

Pero no hay por parte de Bigelow ninguna intención de torturar al espectador. Aunque tampoco le ahorra ni un segundo del sufrimiento de los otros, eso también queda claro. Su cine nunca fue tibio ni mucho menos. Por eso no se puede ser un testigo distante de los hechos. En cambio, la incómoda cercanía que Bigelow establece hace que el espectador tenga que transitar una experiencia dolorosa, aunque no gratuita. No siempre la violencia puede o debe representarse en fuera de campo. No es lo más deseable cuando el impacto tiene que ser tan visceral. Por eso, como en una película de terror, el miedo a veces puede ser paralizante. Y como en una película de guerra, la muerte es siempre inminente y súbita.

Injustamente dejada de lado en las nominaciones para los Oscars 2018, Detroit es de lo mejor de la filmografía de una directora que incomoda y no admite concesiones a la hora de mostrar esos infiernos tan temidos que muchas veces Hollywood prefiere no recordar. Porque, para bien, Bigelow entiende que es imposible mantenerse indiferente frente a tanta barbarie.

Detroit (EEUU, 2017). Puntaje: 8

Dirección: Kathryn Bigelow. Elenco: John Boyega, Will Poulter, Algee Smith, Jacob Latimore, John Krasinski, Anthony Mackie, Jason Mitchell, Hannah Muray, Jack Reynor, Kaitlyn Devor, Ben O’Toole, Nathan Davis Jr., Peyton Alex Smith, Malcolm David Kelley, Joseph David-Jones, Laz Alonso, Ephraim Sykes y Leon Thomas III. Guión: Mark Boal. Fotografía: Barry Ackroyd. Edición: William Goldenberg. Diseño de producción: Jeremy Hindle. Distribuidora: Digicine. Duración: 143 minutos. Apta para mayores de 16 años.