Nunca vi la versión original de El seductor (1971), dirigida por Don Siegel y protagonizada por Clint Eastwood, pero sí vi todas las películas de Sofía Coppola, excepto Somewhere (2010). Sin ser un fan de su cine podría decir que sus dos primeras, Las vírgenes suicidas (1999) y Perdidos en Tokyo (2003), realmente me gustan mucho – la primera la vi muchas veces y es la que más me gusta. Creo, también, que es su mejor película – aunque Perdidos en Tokyo podría disputarle el primer lugar, pero es cuestión de gustos.
María Antonieta tiene sus logros, que no son pocos, como por ejemplo ser una película de época que rechaza la rigidez y solemnidad típica de ese subgénero, presenta una María Antonieta de carne y hueso, y Kirsten Dunst se luce en un papel a su medida. Adoro la fama (The Bling Ring) retrata a adolescentes frívolos obsesionados por la fama, y sin buscarlo es superficial en el modo en que lo hace. No da en la tecla con el tono y es tediosa.
Pero lo que sí une a todas sus películas son sus valores formales siempre superlativos, desde la fotografía hasta el montaje, y pasando por el diseño de sonido. Y las interpretaciones, en mayor o menor medida, son siempre naturales y convincentes. Es un cine de una factura técnica y estética prácticamente inmejorable.
El seductor puede pensarse como un repunte en la filmografía de Sofía Coppola, aunque no llega al nivel de Las vírgenes suicidas y Perdidos en Tokyo, pero es más profunda que María Antonieta. Y probablemente es la más elaborada en cuanto a su diseño visual y puesta en escena. No por nada ganó el premio a Mejor Director este año en Cannes. Pero eso no necesariamente hace que sea una gran película.
Adaptada de la novela de Thomas Cullinan, su trama transcurre en 1864 en los EEUU durante la Guerra de Secesión en un internado sureño para señoritas en Virginia. Todo comienza cuando el cabo McBurney (Colin Farrell), un soldado de la Unión, es decir un soldado enemigo, es hallado malherido y maltrecho por una de las cuatro chicas que viven en el internado. Por su deber como cristianas, las dos mujeres responsables del instituto, Miss Martha (Nicola Kidman), y Edwina (Kirsten Dunst), la maestra, le dan refugio, comida y comienzan a curar sus heridas. Y deciden que no lo van a entregar a los soldados sureños, sino que lo van a dejar ir cuando se haya recuperado por completo.
De las seis mujeres, Miss Martha y Edwin parecen ser las más interesadas en McBurney y no precisamente por humanismo, pero sí porque son seres humanos y por lo tanto tienen deseos afectivos y sexuales. También la adolescente Alicia (Elle Fanning) tiene los ojos puestos en el soldado, mientras que las tres niñas lo ven como una figura paterna, un amigo, o simplemente una persona que necesita ayuda.
Por eso no sorprende que su presencia altere la armonía, probablemente frágil, que reina en el lugar. Considerando que afuera está la guerra y la desolación en un gran fuera de campo, que los hombres están ausentes o muertos, y que ellas han quedado relegadas y olvidadas, es evidente que ese intruso puede muy fácilmente transformarse en un objeto de deseo. Lo que no es tan evidente es que ese objeto de deseo no se puede compartir. O, al menos, estas mujeres no están dispuestas a hacerlo. Pero si bien hay rivalidades entre ellas, casi todas parecen estar de acuerdo, implícita o explícitamente, en que nadie debe ser una amenaza. Porque si lo es, hay que expulsarlo.
Esta pequeña gran historia de deseos desencontrados se va construyendo meticulosamente, con lujo de detalles, a la par que sus personajes toman cuerpo, eligen mostrar algunos aspectos y ocultan otros. A través de observaciones e incidentes menores lentamente se va corriendo el velo de una aparente inocencia. No hay una acción, una línea de diálogo, un gesto o un silencio que no tenga su sentido. Todo tiene una lógica y esa lógica es sólida. Y como es de esperar, todo está muy bien filmado. El seductor es una película refinada, impecable. Hasta se podría decir que es perfecta.
Pero el gran problema es el tono. Porque no hay pasión y hay muy poca intensidad. Si bien con sus actos esta mujeres evidencian sus deseos, eso no quita que muchos de esos actos se sientan forzados, como si emanaran más de la lógica del guión que de la afectividad de estos personajes tan distantes. Porque para ser mujeres deseantes, no parecen desear tanto. No como para hacer lo que hacen. O, al menos, no se nota. Ese deseo se enuncia varias veces, a través de un par de palabras o del silencio, pero no se siente en la carne.
Por otra parte, aún con sus pliegues, la trama es bastante previsible. No solo no es difícil saber qué va pasar, sino también se puede, más o menos, adivinar cómo va a pasar. No es que sea imprescindible que exista suspenso, pero sí que haya tensión. Y acá esa tensión está más actuada que vivida. No conmueve. Con una pulsión más vital, El seductor sería más que una película inteligente y bella. Sería una película de esas que no se olvidan porque calan hondo.
El seductor (The Beguiled, Estados Unidos, 2017). Puntaje: 6
Dirigida por Sofía Coppola. Escrita por Sofía Coppola, basada en la novela de Thomas P. Cullinan. Con Colin Farrell, Nicole Kidman, Kirsten Dunst, Elle Fanning, Oona Laurence, Angourie Rice, Addison Reicke, Wayne Peré, Emma Howard. Guión: Fotografía: Philippe Le Sourd. Música: Laura Karpman y Phoenix. Montaje: Sarah Flack. Duración: 93 minutos.