Sinfonía para Ana es la primera película de ficción de Virna Molina y Ernesto Ardito, dos ineludibles referentes del cine documental argentino, quienes realizaron Raymundo, Corazón de fábrica, y Nazión – entre otros documentales. Por eso no debe sorprender que En Sinfonía para Ana haya una fuerte influencia del cine documental al mismo tiempo que la ficción también marque sus coordenadas.
Si bien el resultado es un tanto dispar, eso no quita que la película tenga sus aciertos, fundamentalmente en el terreno de la fotografía y en su tono nostálgico e intimista. Lejos de ser una película que incorpora la frialdad de un registro objetivo, esta ópera prima opta por acercarse al espectador de una manera emotiva e incorporando las subjetividades de sus personajes.
Ana (Isadora Ardito) es una estudiante del tradicional Colegio Nacional de Buenos Aires a comienzos de los años 70’. Como muchos de sus compañeros, tiene una fuerte conciencia política y desea habitar un país libre y pluralista. Junto a su mejor amiga Isa (Rocío Palacín) y también junto a otros amigos, Ana vive experiencias típicas de toda adolescente que no están el terreno de la política. Y, por supuesto, el amor por venir es una de las cosas que más desea.
Cuando conoce a Lito (Rafael Federman), se enamora casi de inmediato. Y a Lito le pasa lo mismo. Así empieza un romance que va a dejar profundas huellas en su corazón, incluso cuando será interrumpido por presiones de sus amigos que creen que Lito es peligroso para la militancia política que todo el grupo comparte. Eventualmente va a conocer a Camilo (Ricky Arraga) y con él comienza una nueva relación. A todo esto, como telón de fondo que muchas veces pasa a un primer plano, la llegada de la infame dictadura militar en 1976 va a traer soledad, terror y muerte. Un ominoso presente con toda su oscuridad se despliega sobre las vidas de estos adolescentes y del país entero.
En lo que se refiere a la crónica social y política – que incluye valioso material de archivo – Sinfonía para Ana resulta exitosa y atrapante. Es verdad que no hay nada nuevo en lo que se muestra, pero eso no importa. En cambio, lo que sí es loable es la fluidez y precisión en el modo en el que lo documental se intercala con la ficción. Se dibuja un panorama general, pero también se hace hincapié en aspectos particulares. Se ve el bosque y también el árbol.
Por otra parte, los dos grandes problemas en la ficción son la construcción esquemática de los personajes y la narrativa que funciona más que nada como portavoz de ideas. A su vez, las transiciones entre los distintos núcleos son, en más de una ocasión, inexistentes, y por eso aparece una serie de viñetas en vez de una historia articulada en profundidad. La voz en off de Ana funciona bastante bien cuando narra aquello que no se ve y cuando se acerca al espectador desde el afecto. Pero a veces cae en el exceso y es un tanto repetitiva.
Lo que es indiscutible es el trabajo de fotografía. Privilegiando el uso de primeros planos y planos medios, aprovechando la profundidad del espacio en el plano e iluminando con un aura de melancolía, Sinfonía para Ana crea un auténtico aire de época y hace del pasado un terreno a ser explorado desde una mirada interna. Son los personajes y también el espectador los que son envueltos en un mundo que supo conocer tiempos mejores.
Otro mérito es el final conmovedor y sentimental, en un buen sentido. Porque la experiencia que propone esta ópera prima es la de involucrarse en las vidas de estos estudiantes y vivir junto a ellos el dolor de una época mientras la militancia activa lucha por construir un país lejos de tanto dolor.
Sinfonía para Ana (Argentina, 2017). Puntaje: 6
Escrita y dirigida por Ernesto Ardito y Virna Molina. Con Isadora Ardito, Rocío Palacín, Rafael Federman, Ricky Arraga, Rodrigo Noya, Vera Fogwill, Javier Urondo, Manuel Vicente, Juan Luppi, Federico Marrale, Mora Recalde, Sergio Boris. Fotografía: Fernando Molina. Sonido: Gaspar Scheuer. Duración: 120 mintuos.