Después de la tormenta, de Hirokazu Kore-eda

Uno nunca sabe lo que la vida le depara. Y no es raro que la vida que terminamos teniendo no es la vida que pensamos y quisimos tener. Ya se sabe, uno propone y Dios dispone. Ésta bien podría ser la idea central de Después de la tormenta, la nueva película del realizador japonés Hirokazu Kore-eda (After Life, Nadie sabe, Un día en familia, De tal padre, tal hijo) que se centra en la historia de Shinoda Ryôta (Abe Hiroshi), un padre divorciado que hace todo lo posible – y un poco más – por volver a reunir a su familia, léase su distante ex esposa, Kyoto (Maki Yoko) y Shingo (Yoshizawa Taiyo), su hijo de 12 años a quien ve solamente una vez por mes.

Shinoda tiene cuarenta y pico de años, es novelista y hace 15 años ganó un importante premio, pero que desde entonces no publicó ni dos páginas. Dice que está preparando su próxima novela, pero ni él se lo cree. Lo que sí es verdad es que de algo tiene que trabajar y por eso toma un empleo como detective de poca monta – lo que le permite espiar a su ex esposa que ya tiene una nueva pareja, nada menos que uno de esos hombres a los que les sobra el dinero. Por supuesto, a Shinoda el dinero siempre le falta. A todo esto, su padre ha muerto hace unos pocos días y su madre, una mujer ya grande, es cálida y amorosa pero también se queja de que su hijo no la visite con frecuencia.

No es novedad que Hirokazu Kore-eda filma con una delicadeza y un refinamiento dignos de celebrar. Su estilo nunca llama la atención sobre sí mismo y con razón, ya que los grandes protagonistas son siempre los personajes y sus conflictos, nunca las florituras visuales propias de un esteticismo vacío. Uno diría que la cámara de Kore-eda ni se ve, aunque se sepa que está ahí, y su montaje es igual de invisible. En pocas palabras: clasicismo del mejor. Y eso realmente se agradece.

Su cine es intimista y preciso en su observación de esos pequeños momentos en los que se puede revelar un universo entero, sobre todo en el terreno de los afectos. Sus actores son creíbles, siempre, en cada escena, en cada plano – al igual que sus diálogos. En After Life, Un día en familia y en De tal padre, tal hijo, hay una increíble potencia dramática que emociona justo cuando uno menos se lo espera, en un clímax nunca estridente que corona escenas con una impecable construcción narrativa. Es ahí cuando todos los sentidos implosionan.

Pero Después de la tormenta no es una de sus mejores películas. No tiene ese impacto profundo que la torna memorable. Es, en cambio, una película donde todo está bien, donde todo es más que correcto, pero nada es extraordinario, en ningún sentido. Si bien es verdad que en la última media hora hay una interesante y efectiva concentración dramática, para ese entonces ya pasó una hora y media en la que lo que se vio no es nada nuevo bajo el sol viniendo de Kore-eda. Uno espera algún momento que sea particularmente agudo o revelador, pero lo que se ve es un panorama general muy bien descripto con unos cuantos detalles que lo enriquecen. Pero no más que eso.

Y pasan los minutos, sin prisa ni pausa, y eso solo no alcanza. Como si nunca terminara de levantar vuelo, Después de la tormenta desaprovecha un gran potencial y ofrece, en cambio, unos cuantos buenos momentos de tanto en tanto. Seguramente, éste es uno de esos tantos casos donde las expectativas juegan en contra. Pero las expectativas son legítimas considerando que Kore-eda no es de esos directores que hacen películas de taquito, sino que casi siempre arriesga, y no poco. Por eso también es legítima la relativa insatisfacción que deja su nueva película.

Después de la tormenta (Umi yori mo mada fukaku, Japón, 2016). Puntaje: 6,5

Escrita y dirigida por Hirokazu Kore-eda. Con Hiroshi Abe, Yoko Maki, Kirin Kiki, Taiyo Yoshizawa. Montaje: Hirokazu Kore-eda. Fotografía: Yutaka Yamazaki. Música: Hanaregumi. Duración: 117 minutos.