Anna Fritz (Alba Ribas) es una joven, hermosa y famosa actriz española que acaba de morir y su cadáver va a parar a la morgue. No se sabe de qué murió, por eso pronto le harán una autopsia. Pau (Albert Carbó) es el empleado de la morgue a cargo del cuerpo hasta el cambio de turno y no tiene idea más mórbida que mandarles una foto a dos amigos, Javi (Bernat Saumell) e Iván (Cristian Valencia) para que aprecien la belleza mortuoria de esta actriz tan querida.
Después de ver la foto, Javi e Iván quieren verla en vivo y en directo y por eso se acercan a la morgue. Pasmado por este cuerpo aún impoluto, Iván quiere todavía algo más: tener sexo con Anna Fritz. Aunque Javi se opone a toda costa, Iván da rienda suelta a su deseo de necrofilia. Después sigue Pau. Pero lo que nadie se esperaba es que Anna Fritz se despertase de su muerte, así de la nada. ¿Qué se hace con una muerta que resultó no estar muerta y que fue violada dos veces?
Hay que reconocer que la premisa de El cadáver de Anna Friz, dirigida por Héctor Hernández Vicens, es original y perversamente atractiva. Aún sin necesidad de explicarlo, se puede aventurar que Anna tuvo un episodio de catalepsia. Al fin y al cabo, no importa cuán probable pueda ser, conque sea posible basta y sobra.
Pero este marco realista para el fenómeno se resquebraja cuando después, es decir cuando el guión lo exija arbitrariamente, Anna va a poder moverse un poco e intentar pedir socorro llamando desde un celular, por ejemplo. Más tarde y de golpe se puede volver a mover mucho más, aunque luego vuelve a un conveniente estado de rigidez para no poder escapar. Hasta que al rato, y gracias a nuevos cambios clínicos, Anna otra vez puede usar los brazos y las manos para desatarse.
Como es obvio, toda verosímil establece sus propios límites, que en El cadáver de Anna Fritz se dejan de lado por completo con el objetivo de estirar la trama y hacerla más agitada. Así, una premisa original empieza a ser inverosímil, y por eso no sorprende que el drama se transforme, por momentos, en una ridícula comedia no deseada.
Porque lo mismo ocurre con decisiones urgentes que los amigos tienen que tomar. ¿Matan o no a Anna Fritz? ¿Cuándo y cómo la matan? ¿Quién la mata? Son todas preguntas que tienen sentido ya que ninguno quiere ir preso de por vida. Pero si el cambio de turno es inminente, ¿por qué tardan tanto tiempo en tomar decisiones? Porque hay que estirar la trama, aunque sea tirándola de los pelos. Así, el suspenso que se intenta crear no se cristaliza nunca porque es falso desde el vamos.
En contraposición, el trabajo de fotografía y cámara está bien ejecutado, incluso en detalles, y el montaje junto con el diseño de sonido son realmente efectivos. Hasta las actuaciones son más que aceptables, particularmente en algunas escenas que sí transmiten desesperación y nerviosismo. Aún el simulacro de que casi todo transcurre en tiempo real funciona bastante bien.
De haber sido un mediometraje que no pusiera en crisis su propia verosimilitud, al menos no de una manera tan absurda, El cadáver de Anna Fritz podría haber sido un cadáver exquisito.
El cadáver de Anna Fritz (España, 2015). Puntaje: 5
Dirigida por Héctor Hernández Vicens. Guión: Héctor Hernández Vicens, Isaac P. Creus. Con Alba Ribas, Cristian Valencia, Bernat Saumell, Albert Carbó. Fotografía: Ricard Canyellas. Montaje: Alberto Bernad. Música: Tolo Prats. Duración: 74 minutos.