Dejando de lado algunos casos aislados, los largometrajes con episodios, entrelazados o consecutivos, más o menos autónomos, tienen más defectos que virtudes. Porque suelen ser desparejos, tanto desde lo narrativo como desde lo estético, y entonces es inevitable quedarse con los mejores y sentir que el resto es material de relleno. Sin embargo, dentro del terror, Creepshow (1982), del maestro George Romero, y Body Bags (1993), del otro maestro, John Carpenter, son dos orgullosas excepciones a la regla.
En el caso de Terror 5, la ópera prima de Federico y Sebastián Rotstein, que tiene cinco historias breves interconectadas, la problemática se complica porque, precisamente, el género del terror aún no tiene una tradición histórica sólida en Argentina y tampoco grandes películas (aunque sí hay unas cuantas que son nada desdeñables, como Malditos sean, también episódica, Sangre fría, o Mujer lobo). Entonces, hacer una buena película de terror no es tarea fácil. Pero aún con estos problemas, Terror 5 tiene sus aciertos, que no son pocos, pero también hay un par de problemas estructurales. que no son menores. De todos modos, hasta cierto punto, es disfrutable y entretenida.
Es de noche en Buenos Aires y hay toque de queda. Cinco historias urbanas se entrelazan más bien anecdóticamente. Hay un derrumbe de una obra en construcción y un político corrupto es acusado de ser el responsable de la tragedia (una no muy velada referencia a la tragedia de Cromañón) que dejó un saldo de 15 muertos (pronto muertos vivos). Por otro lado, hay una pareja de amantes que va a pasar unas horas en un telo y se convierte en protagonista involuntaria de una película snuff. Hay un grupo de amigos que se disfrazan, juegan a las cartas, y le hacen bullying a un gordito virgen, mientras que un grupo de estudiantes se venga de sus profesores de un modo bastante cruel. Finalmente, hay dos amigos que planean una noche de sexo, pero lo que encuentran, en cambio, dista mucho de lo planeado.
Expresivamente fotografiada por Sebastián Lavintman (Pizza, birra, faso, Ana y los otros, Hoteles, El otro) y a veces musicalizada con demasiado énfasis, Terror 5 da muestras de una estética propia, al menos en gran parte, y eso le da cierta personalidad. Las composiciones son relativamente interesantes y exploran muy bien la profundidad del plano, mientras que la iluminación crea sugestivas atmósferas de misterio y, a veces, de ensueño. A su vez, el diseño de sonido, también expresivo y no realista, le añade una cuota de drama al diseño visual. Para bien, se nota la preocupación por la forma fílmica.
También hay gore.. Y si bien cuando aparece no es gratuito y es impactante, lamentablemente no viene acompañado del terror tan esperado. La violencia puede llegar a ser muy gráfica, pero el miedo y la tensión no son muy palpables. En general, gore o no gore, hay algo visceral que falta, que el tono no expresa, como si el terror estuviese más bien actuado, ensayado. Por eso, a veces, el relato se hace un poco tedioso, ya que lo se ve es atractivo, pero las emociones son pocas.
La historia de la tragedia urbana, el político corrupto y los muertos vivos es demasiado explícita en su significado pero no deja de ser efectiva y es la mejor resuelta en términos estéticos. La de la pareja de amantes en el telo tiene un final violento que suma, pero hay mucho tiempo previo sin suspenso. La del bullying es adecuadamente incómoda desde el comienzo y va siempre in crescendo hasta un muy buen final, y la historia de los estudiantes tiene un concepto central que funciona, pero se torna muy seria, hasta solemne. Por último, la de los dos amigos y el encuentro inesperado es bastante insustancial.
Dentro del contexto del cine nacional de terror y siendo una ópera prima, Terror 5 merece ser tomada en cuenta y merece tener su público. A la vez, es de esperar que la próxima película de los hermanos Rotstein sea más pareja. Probablemente así será.
Terror 5 (Argentina, 2015). Puntaje: 6
Dirigida por Sebastián y Federico Rotstein. Guión: Sebastián Rotstein con la colaboración de Nicolás Gueilburt. Con Rafael Ferro, Gastón Cocchiarale, Walter Cornás, Lu Grasso, Nai Awada, Julián Larquier, Edgardo Castro, Berta Muñiz, Juan Barberini, Marcos Woinsky. Fotografía: Marcelo Lavintman. Montaje: Nicolás Goldbart, Federico Rotstein Música: Pablo Borghi.. Diseño de Producción: Walter Cornás, Alice Vázquez. Duración: 74 minutos.