Terrifier 3, de Damien Leone

Sí, Terrifier 3 es más violenta, más gráfica y más cruel que Terrifier 2. Eso casi siempre pasa en una secuela – más en una tercera parte. Es, lisa y llanamente, un slasher efectista con torture porn, todo al extremo. Pero no es más que eso. Excepcionalmente, hay dos o tres escenas que impactan y resuenan porque tienen algo para decir. Ahí sí esta descarnada estética del horror funciona: hay una razón de ser. Si no, es un festival de gore repetitivo y vacío. Diría que su único fin es causar repulsión y malestar gratuitamente. Lo logra. Pero no tiene nada de gracia.

Creo que esta vez Leone hizo todo mal. Antes, en Terrifier 2, el director reunía subgéneros y clichés con una intención: crear algo nuevo. Hay slasher, torture porn, película de Halloween, una joven protagonista (una adolescente como tantas otras) luego devenida guerrera poderosa, gore por todos lados, casa embrujada y hasta una clínica psiquiátrica. Surrealista por momentos, muy pero muy camp todo el tiempo y con un humor negrísimo, Terrifier 2 se ríe perversamente de todo y nos despierta nuestros placeres culpables. Es que es muy lúdica.

Nada de todo esto ocurre en Terrifier 3. Como slasher, es más bien mediocre. No logra emular los clásicos de los 80 y los 90 ni sobresalir entre los de hoy en día. Como espectáculo de torture porn, es solamente sádico, ni da miedo. Sí es repulsivo, pero en un buen sentido. Esta vez, la estética es bien convencional, incluso fea. No está más esa fotografía tan atractiva, tan crispada y llena de la belleza de una artificialidad gozosa. Chata en su diseño visual y con un diseño sonoro sin elocuencia, Terrifier 3 para haber sido hecho por un director cansado, sin ideas ni estilo, menos aún una mirada autoral. No nos invita a nada.

Ah, sí, tiene una trama: Art the Clown regresa con su ayudante fantasmagórica para perpetrar nuevas masacres mientras persigue a la joven protagonista, básicamente, porque sí. Una historia que no suma ni resta. Pero eso no es un problema: en la saga Terrifier las tramas no importan mucho. El tema es su identidad subversiva tan original y creativa. O sea lo que precisamente ni se vislumbra en esta nueva secuela.