Emilia Pérez, de Jacques Audiard

Sin dar muchas vueltas: Emilia Pérez es simplemente una mala película. Ni siquiera pude enojarme por sus estereotipos gastados en la representación de México. Incluso me hicieron reír. Que esté filmada por un extranjero no necesariamente es un problema per se, el problema es que el director, Jacques Audiard, no sabe nada de nada de México. Puede que sea un tanto ofensiva en su simplismo ideológico, pero no da para tomársela en serio. Todo es tan básico. Lo que sí me abrumó y  me aburrió es que sea tan chata formalmente y tan agónica dramáticamente. Ni siquiera es buena como un producto industrial convencional.

 La historia ya es muy conocida: una abogada con influencias, Rita (Zoe Saldaña) recibe una oferta que querría rechazar. Hay un famoso narcotraficante, Manitas, (Karla Sofía Gascón), que debe cambiar de identidad para siempre porque su vida corre peligro. De paso, se somete los procedimientos quirúrgicos y hormonales para transicionar a ser una mujer, algo que siempre deseó. Rita tiene que encargarse de que todo salga perfecto sin que nadie se entere nada. Y no puede decir que no.

Los procedimientos médicos son exitosos y Manitas ahora es Emilia, una mujer trans feliz. Antes era un narco cruel y violento, ahora es amorosa y funda una ONG que ayuda a buscar a las decenas de miles de personas desaparecidas en México- tema peliagudo si lo hay. Claro que cuando surge la amenaza de perder a los hijos que tuvo con su ex-esposa (Selena Gómez), vuelve a ser a tan feroz y peligrosa como cuando era Manitas. Rita hace lo que puede para evitar una escalada de violencia. No le sale muy bien.

Si esta película hubiese sido hecha en un registro bizarro, incluso de exploitation, o de culebrón exacerbado, podría haber sido transgresora. Podría haber funcionado. Incluso manteniendo el cruce de géneros. Me imagino a John Waters, Arturo Ripstein o Pedro Almodóvar como directores – y eso que son muy distintos entre sí.

Pero, no. Audiard quiso hacer una película seria. Un drama realista con una historia de afectos perdidos y encontrados, denuncia política incluida y algo que se parece a un musical. Como drama, es superficial. Nunca, pero nunca, tiene profundidad.  Como historia de afectos, es artificial e inverosímil. La denuncia política es burda y no dice nada nuevo.

Y en el terreno musical, los actores y actrices son poco menos que un desastre cantando. ¡Y qué pueriles son los números musicales!. Al principio pensé que eran autoparódicos, me entusiasmé un poquito. Qué iluso que fui.

Saldaña se llevó el Oscar a mejor actriz de reparto. Estaría bien si su actuación fuese espectacular. Pero no lo es, es buena, nada más. Claro que dentro de este desastre de película es un oasis.

Nota al margen: me alegra que Karla Sofía Gascón haya sido tan criticada. Una mujer trans racista, xenófoba, violenta y que ataca a la noción de diversidad, es una de las peores cosas que nos puede pasar a nuestra comunidad LGBTQI+. Siendo gay, me produce un profundo rechazo. Pero, ya se sabe, como decimos muchos de nosotros: lo puto no quita lo facho.