Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, de Hernán Rosselli

“En más de un sentido, la quiniela, con su origen napolitano, su organización familiar y su metafísica de los sueños parece la representación abstracta de las aspiraciones y límites de gran parte de la clase trabajadora del conurbano bonaerense. La certeza, como aseguraba un célebre sindicalista argentino y bien saben los hijos de buena familia, de que la fortuna no se amasa trabajando”, señala Hernán Rosselli acerca de Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, su nueva película estrenada mundialmente en la Quincena de los Realizadores de Cannes, ganadora del premio a Mejor Película en FICUNAM, y actualmente exhibida en el Malba, los sábados de diciembre a las 20h.

Diez años atrás, Rosselli estrenó su primer largo de ficción, Mauro, que narraba el derrotero de un pasador de billetes falsos del Conurbado Bonaerense. Luego vino su documental, Casa del Teatro, y ahora Algo viejo, algo nuevo, algo prestado retoma el tema de la búsqueda, manejo y distribución del dinero, pero nunca mucho dinero, dentro de un mundo delictivo pequeño en su dimensión, pero grande en sus aspiraciones.

Esta es la historia de la familia Felpeto, vecinos de Rosselli durante su infancia y adolescencia en Lomas de Zamora.  De puertas para afuera, los Felpeto eran una familia común y corriente, pero de puertas para adentro eran los dueños del moderadamente lucrativo negocio de apuestas de quiniela de buena parte de zona sur.

El gran mérito de Algo viejo, algo nuevo y algo prestado es, en primer lugar, un guión impecable que da cuenta de una precisión narrativa, en todas y cada una de las escenas, sin que se sienta calculado o demasiado pensado. Porque todo se revela como espontáneo, como si estuviera sucediendo mientras vemos la película. Roselli entrelaza fragmentos de videos hogareños en VHS filmados por Felpeto padre en los 80 con otros fragmentos de imágenes de cámaras de seguridad y otras de operativos realizados por la policía.

Pero sumado a eso, también están las escenas filmadas hoy en día que muestran a miembros de la familia Felpeto que re-presentan las idas y vueltas, las operaciones y los modos del negocio que llevaban a cabo décadas atrás. Lo  sorprendente es la continuidad narrativa y hasta estilística que arma un todo muy cohesivo, sin que vean las costuras. Se percibe como un documental (que no lo es) y como una ficción que se asemeja a un documenta.

De ahí resulta un impactante registro realista que no solo retrata a la familia en sí misma, sino que funciona también como un retrato socio-político vinculado al negocio de la quiniela en el conurbano, con todos sus tonos y matices. Eso habla de una Argentina que subsiste como puede con lo que tiene, siempre anhelando la posibilidad de una movilidad social que difícilmente ocurra. Desde lo particular hacia lo universal, y viceversa, Algo viejo, algo nuevo, algo prestado brinda un panorama detallado de un mundo que conocemos poco y nada. Ah, y también hay un secreto familiar celosamente guardado que en su momento eclosiona y redirige la narrativa hacia zonas inesperadas.