
Cuando uno ya pensaba que no iba a soportar ni una sola película más de found footage, aparece V/H/S Beyond, la séptima entrega de las antológía de terror V/H/S, que nació en 1992. No será una obra maestra (¿acaso pretende serlo?), pero es de lo más impactante de una saga que ha sido el punto de encuentro de directores de terror debutantes y también consagrados – pensemos en Scott Derrickson, Joe Swanberg, Adam Wingard, David Bruckner y Ti West, entre otros.
A diferencia de muchas antologías, V/H/S Beyond es bastante pareja y cohesiva, y no agota con su uso de la cámara en primera persona. También es un acierto cambiar de puntos de vista, es decir de personajes que ofician de camarógrafos, dentro de un mismo segmento o incluso en una misma escena. V/H/S Beyond es, sin dudarlo, mucho mejor que las dos últimas entregas previas – V/H/S 85 y V/H/S 99, las dos juntas apenas tienen tres o cuatro segmentos rescatables.
Abduction/Adduction, dirigido por Jay Cheel, es el segmento que abre y cierra la película, esta vez con una variante temática: al terror se le suma la ciencia ficción en forma de falso documental sobre ovnis y extraterrestres. Hay entrevistas a testigos, protagonistas, escépticos, fotógrafos y demás, todo con la promesa de encontrar dos cintas VHS que mostrarían la abducción de un lugareño. Espontáneo, creíble y efectivo, Abduction/Adduction es más que buen comienzo.

Después viene Stork, uno de los más estremecedores. Da miedo, entretiene y es adrenalina pura. Dirigido por Jordan Downey, la idea es relativamente original y su realización formal es impecable. Un equipo de SWAT especializado en fenómenos paranormales que investiga la desaparición de un grupo de bebés invade una casa antigua y se enfrenta a una criatura a lo Alien y a unos cuantos seres muy poco amigables. Así empiezan los enfrentamientos frenéticos, con escenas de acción sostenida, huidas y persecuciones. Gore, mucho gore, muertes de todo tipo, cadáveres mutilados y también unos cuantos muertos vivos.
Virat Pal dirige Dream Girl, que transcurre en un set de filmación de una película en Dumbai. Bienvenido sea Bollywood. Aquí un par de paparazzis acosan a la estrella de la película, una bailarina hermosa. El acoso tiene sus riesgos, más aún si al entrar al camarín de la estrella se presenta un inesperado espectáculo que va a terminar de la peor manera. La idea funciona a medias, mucho mejor en la segunda parte en el camarín, pero la historia en sí misma no tiene mucha carne. Sí, los efectos especiales y el gore son impagables.

Live and Let Dive, de Justin Martinez, es otro de los mejores segmentos, cabeza a cabeza con Stork. Un grupo de jóvenes, incluyendo a un cumpleañero, no tienen mejor idea que festejar el evento en el aire, concretamente en una avioneta para hacer paracaidismo. Claro que todo va a salir mal. Imaginen una invasión extraterrestre, un avión que explota, y los sobrevivientes que se enfrentan a un buen grupo de extraterrestres en una sangrienta cacería. Todo parece tan real que es escalofriante. Otra vez, el gore tiñe la tragedia.
Dirigido por Christian y Justin Long, Fur Babies entrelaza la comedia muy negra con un terror oculto. Un grupo de activistas por los derechos de los animales se presenta en la casa de la dueña de una guardería para perros dado que hay sobradas sospechas de que los pobres animales la están pasando muy mal. Al fin y al cabo, la dueña tiene un hobby un tanto inquietante: la taxidermia. Quizás este sea el segmento con las mejores actuaciones, en un relato tenso y perverso. No es fácil saber qué va a pasar y cuando pasa lo que pasa, tanta crueldad es casi increíble. Pero el problema de Fur Babies es que le sobran unos cuantos minutos y al estirar tanto la historia, su peso se aliviana y pierde potencia, aun cuando el desenlace es tremendo.