La casa de Arguello

“Cuando comencé a filmar a mi abuela creía que ella contaba toda la historia familiar. Ahora comprendo que el relato de mi madre estaba ausente, estaba desaparecido, como así también mi testimonio y mi sentir. Memorias silenciadas por el propio dolor guardado en la intimidad personal olvidadas en un olvido evasivo, o enterradas en huecos y síntomas traumáticos. Dentro de la Historia hay una biografía oculta que no sale en los diarios: esa biografía personal y singular es el tema de esta película, porque lo personal es político”, señala Valentina Llorens acerca del documental La casa de Arguello, su conmovedora y dolorosa ópera narrada en primera persona que deviene testimonio socio-político de toda una época tortuosa de nuestro país.

Nada menos que en el mes de la memoria y en plena cuarentena, Llorens invita a que todas y todos vean La casa de Argüello en forma gratuita a través de la plataforma Vimeo (https://vimeo.com/227400631). Lo que comienza siendo una exploración íntima sobre las vidas las mujeres de la familia Llores, inicialmente tomando como eje la propia identidad de Valentina, termina convirtiéndose en una reflexión sobre la imperiosa necesidad de mantener la memoria viva, la entrega incansable de la militancia y los silencios que deja el paso del tiempo. Es además un homenaje a la inigualable lucha de Nelly Ruiz de Llorens, Madre de Plaza de Mayo y todo un símbolo de la lucha por los derechos humanos, quien falleció el 14 de abril de 2018, a los 97 años.

Valentina es hija de Fátima y nieta de Nelly. A su vez, tiene una hija pequeña, Frida. Con marcada sensibilidad, la directora hace foco en las vidas de cuatro generaciones de mujeres y se encuentra con capas inexploradas, tales como el discurso de su propia madre, que aparece de a poco en la película. Y que se torna más cercano a medida que su posibilidad de enunciar (todo) lo vivido se hace menos amenazante. Yendo un poco más atrás, Nelly ha perdido a dos de sus hijos mientras que Fátima fue presa política. Valentina nació en cautiverio y fue recuperada por su madre. Frida, la pequeña hija de Valentina, fue testigo de esa restitución. Mucho más adelante en el tiempo, aparece otra historia: la de los huesos del hijo de Nelly y de su nuera – desaparecidos durante la dictadura – que fueron encontrados y restituidos por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Es este uno de los momentos más complejos del documental: es desgarrador pero también alivia.

Es pertinente asociar La casa de Arguello con El silencio es un cuerpo que cae, en el que Agustina Comedi hace un retrato de su padre Jaime, y a medida que ese retrato se expande aparece la crónica de los años de militancia política de izquierda en Córdoba durante los años ´80s – entre otras cosas. Comedi elige un tono cauto, amable y con una óptima distancia para entrevistar a sus familiares.

Llorens, en cambio, elige otro abordaje: más descontracturado, informal, afectuoso y, por momentos, hasta un poco lúdico. Eso le da a La casa de Arguello una emotividad a flor de piel, sin excesos pero tampoco contención innecesaria. Porque más allá de la Historia y los hechos de las historias, pareciera que a Llorens le importa, particularmente, que los sentimientos sean protagonistas de un escenario que se va armando de a poco. Y es una excelente elección porque son los afectos los que unen a todas estas mujeres y son los afectos los que les han permitido atravesar tantos años de dolor y pérdida.

La casa de Arguello (Argentina, 2018)

Dirigida por Valentina Llorens. Escrita por D’Agostino. Montaje: Alejandro Carrillo Penovi, Nicolás Toler. Fotografía: Santiago Melazzini. Producción: Nicolás Batlle, Valentina Llorens, Luciano Quilici. Música: Lisete Martel, Matías Barberis. Sonido: Matías Barberis. Duración: 82 minutos.