En abril de 1917, durante la Primera Guerra Mundial, dos soldados ingleses (Dean-Charles Chapman y George MacKay) tienen una misión tan peligrosa como urgente: atravesar terreno ocupado por los alemanes para avisarle al general inglés de un batallón de 1600 soldados que el enemigo les ha tendido una trampa. Los alemanes los han convencido de que están en retirada, por lo cual el general inglés está a punto de lanzar un ataque para derrotarlos por completo. Pero, de hacerlo, los alemanes escondidos serían quienes exterminarían a los ingleses. Contra viento y marea, y en menos de un día, los dos soldados deben alertar al general del peligro inminente.
Si de efectos visuales, diseño de sonido y fotografía se trata, 1917 es una película que se merece los tres Oscars que se llevó – aunque fue nominada a diez, una exageración absoluta. Como la mítica La soga, de Alfred Hitchcock; El arca rusa, de Alexander Sokurov; Birdman, de Alejandro González Iñárritu; y Victoria, de Sebastián Schipper, 1917, de Sam Mendes (Belleza americana, Camino a la perdición, Solo un sueño) también está filmada en un único plano secuencia, sin ningún corte visible (aunque, de hecho, parece haber dos o tres, disimulados utilizando postproducción digital y recursos de la puesta en escena) y técnicamente funciona a la perfección a lo largo de todo su metraje. Incluso prioriza el drama humano que narra antes que el virtuosismo técnico de su técnica fotográfica.
Ese era uno de mis miedos antes de verla: que fuera una película que llamara la atención sobre su majestuosidad técnica y dejara todo lo narrativo en segundo plano. Es decir, que el estilo pase a ser el contenido y así el contenido se licuara. Para mi sorpresa, 1917 no es así. Todo lo contrario. De hecho, hay momentos, y no pocos, en los que uno se olvida de que todo es una gran plano secuencia de casi dos horas ya que la cámara se queda en planos fijos durante largos minutos y relega su protagonismo, se torna invisible y son los personajes y sus conflictos los que están en primer plano.
Ahora, también es verdad que la historia no es mucho más que una pequeña anécdota basada en hechos reales. No es mucho lo que se narra y por más bien que se narre, no resulta ser realmente trascendente. Más bien, es entretenimiento de buena calidad. Por eso, 1917 es el tipo de película que se disfruta mientras se la ve, pero se olvida fácilmente en cuestión de días.
Es fiel a su historia y jamás fuerza los acontecimientos para transformar el drama en espectáculo y eso es un punto a favor. Pero el drama que narra tenía más aristas para explotar y podría haber sido abordado con mayor profundidad. Dicho de otro modo: hay más para contar en esta anécdota para darle más capas y hacerla más rica. Pero Sam Mendes parece no haberse dado cuenta. O quizás optó, deliberadamente, por hacer algo más esquemático y para un público masivo. Lo cual no tiene nada de malo. Solo que sus límites están muy marcados.
1917 (Inglaterra, EEUU, 2019). Puntaje: 7
Dirigida por Sam Mendes. Escrita por Sam Mendes, Krysty Wilson-Cairns. Con George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Andrew Scott, Richard Madden, Claire Duburcq, Colin Firth, Benedict Cumberbatch. Fotografía: Roger Deakins. Montaje: Lee Smith. Música: Thomas Newman. Duración: 119 minutos.