Luciana (Agustina Malale) y Fátima (Denise Carrizo) comparten una pieza en el «Hogar», un instituto católico italiano para madres adolescentes de bajos recursos ubicado en Buenos Aires. Luciana tiene una hija, Nina (Isabella Cilia), que tendrá unos 5 o 6 años, y Fátima tiene un hijo, Michael (Alan Rivas), de aproximadamente la misma edad. Amigas y confidentes, las dos adolescentes no podrían ser más opuestas: Fátima es poco sociable, introvertida y reflexiva mientras que Luciana es un tanto beligerante, afecta a putear y no muy cariñosa. Por más amigas que sean, se pelean bastante -o quizás justamente porque son tan amigas- pero casi siempre se reconcilian.
Es que más allá de sus diferencias, tienen en común ser madres muy jóvenes (posiblemente sin desearlo) y ambas intentan, cada una a su manera, ser buenas madres sin dejar de ser adolescentes. Una tercera mujer se suma a esta historia, Sor Paola (Lidiya Liberman, actriz italiana que estuvo en Sangre de mi sangre, de Marco Bellocchio), una monja joven que viene desde Italia para tomar sus votos perpetuos en Buenos Aires. A diferencia de sus colegas, Sor Paola va a empatizar de un modo tímido pero muy afectuoso con los deseos y necesidades de Luciana y Fátima. Incluso quizás descubra deseos propios que ni imaginaba. Parece ser que la maternidad no es asunto que solo concierne a las adolescentes.
Lo mejor que tiene Hogar -el debut en la ficción de la documentalista Maura Delpero que ya lleva ganados varios premios internacionales- se nota a los pocos minutos de comenzar la película: el diseño visual y la interpretación de sus protagonistas, incluyendo a los niños. Cada plano está cuidadosamente compuesto, con un claro sentido de cómo usar los elementos del drama en el espacio, con una búsqueda de construir una sensación de lugar que es absolutamente creíble. Aparte, de un modo no estridente, la iluminación es refinada -hasta bella, por momentos. Admirablemente, los rostros no pierden las huellas del sufrimiento aunque la luz los embellezca. Sólida y precisa, la dirección técnica de Hogar hace una gran diferencia a la hora de contar su historia.
Agustina Malale y Denise Carrizo son completamente verosímiles en cada una de sus tantas escenas. Uno conoce o ha conocido chicas como ellas, acá no hay nada impostado. No es fácil retratar la sensación de estar viviendo, a veces incluso con asumida indiferencia, en un tiempo suspendido, como parece ser el caso de Luciana. Ella vive una procesión que va por dentro, eso se percibe, pero afortunadamente nunca se comunica con diálogos explicativos. Por el contrario, Luciana vive en un estado de agitación casi continua, a veces como bola sin manija, otras veces al borde de explotar. Y, de golpe, se retrae y se muestra indefensa. Transmitir todo esto sin caer en el trazo grueso o la caricatura es toda una proeza. Y en un rol que el guión no termina de desarrollar a fondo aunque amaga con hacerlo, Lidiya Liberman encuentra recursos para darle más espesor a su Sor Paola. Queda claro que el mérito no es solo de las actrices, sino también de Delpero al dirigirlas.
Tampoco hay ni un paso en falso en el retrato del vínculo entre las amigas o en los episodios, mayores y menores, de su cotidianeidad. Aquí es evidente la experiencia de la directora como documentalista para mostrar, de verdad, cómo son los vínculos entre estas chicas. Se trata de observarlas. Se podría decir que la directora recurre a principios del documental observacional, sin llevarlos al extremo. Es una buena elección.
Dicho esto, mis reparos pasan por otro lado. Consideremos que estos hogares son lugares donde el encierro es casi permanente, las restricciones innecesarias son muchas y, sobre todo, son lugares donde hay poca empatía genuina y afectivización para con las adolescentes. No existe mucho espacio para el error ni para las singularidades. Y el deseo siempre está, de uno u otro modo, censurado. No son precisamente los mundos más positivos para el crecimiento personal y emocional de las adolescentes. Cubren las necesidades básicas del mundo real y concreto, y eso es muy valioso. Son lugares para vivir y criar a los niños, al menos temporalmente. Pero no son solamente eso. Tienen otra cara bastante poco feliz. Y esta cara es la que Hogar opta por dejar de lado. O que muestra muy poco y de manera casi acrítica.
Sí, ya sé, Hogar no se trata de eso. No es un análisis de las virtudes y defectos de estos hogares. Se trata del amor, del poder o no poder dar amor, de haber crecido con amor o sin amor, y de madres que tratan de seguir creciendo, mal o bien, a pesar de ser tan jóvenes (y seguramente de otras cosas más). Pero todas estas problemáticas alrededor del amor transcurren dentro de un mundo al que le falta una parte más conflictiva que lo que aquí se muestra. Así, el retrato queda un poco desdibujado.
Hogar (Argentina, Italia, 2019). Puntaje: 7
Escrita y dirigida por Maura Delpero. Con Lidiya Liberman, Denise Carrizo, Agustina Malale, Isabella Cilia, Marta Lubos. Fotografía: Soledad Rodriguez. Montaje: Ilaria Fraioli, Luca Mattei. Duración: 91 minutos.