Malambo: El hombre bueno, de Santiago Loza

“Malambo: El hombre bueno es una película sobre un héroe modesto. Sobre un cuerpo que resiste al dolor. Una fábula sobre alguien que triunfa sobre su propio cansancio. También es una película sobre el movimiento, una fuerza vital obstinada que puede contra lo adverso. Y narra los días de un personaje silencioso, sus temores, sus batallas internas, sus ambiciones y remordimientos. Un héroe manso enfrentado a sí mismo”, dice el realizador Santiago Loza (Extraño, Los labios, La Paz) acerca de su nueva película, una ficción con aristas de documental que tuvo su presentación en el Festival de Berlín, luego fue exhibida en el BAFICI, y ahora se acaba de estrenar en La Sala Lugones y en el Malba. También va al cine Gaumont a partir del jueves 17 de mayo.

La historia que se narra es la de Gaspar Jofre, un bailarín de malambo que está entrenando para competir, una vez más, en un importante campeonato. No solo tiene un entrenamiento riguroso, sino que también tiene que luchar contra los problemas causados por una hernia de disco, contra sus inseguridades, y contra el resentimiento que tiene con el malambista que lo derrotó en el certamen anterior. Un resentimiento que lo tiene a mal traer, que no le sirve para nada, y sin embargo no puede dejarlo de lado.

Con su cuerpo muy dolorido y la invalorable ayuda de un maestro, Gaspar hace enormes esfuerzos e intenta superarse día a día. En el interín, gana dinero participando en shows para turistas en cruceros, y también da clases a niños y jóvenes. Tal como lo señaló Loza, se trata de contar la vida de Gaspar, independientemente de la competencia. Una vida ficcionalizada aunque con puntos en común con su vida real.

En manos de otro director una historia como ésta seguramente se traduciría en una película meramente descriptiva y decorativa, en una especie de espectáculo sobre el malambo y sus protagonistas, o en un insípido documental observacional donde la óptica del director casi no existe. Pero, en cambio, Loza se caracteriza por tener una mirada que reflexiona sobre lo que ve y lo expresa con su propia poética. Se podría decir que en esta película muestra las cosas como son, pero eso no es estrictamente cierto. Porque a lo mostrado le agrega su comentario (y no solo con su voz en off oficiando como conciencia del protagonista) y así lo transforma. Entonces, las cosas ya no solamente lo que son. Lo que hace que todo sea mucho más rico.

Filmada en un bellísimo blanco y negro para darle un sesgo de atemporalidad, Malambo: El hombre bueno despliega coreografías de un movimiento magnético, hechizante. Pero el foco nunca está en el virtuosismo técnico de los bailarines, sino en la energía y la magia que emanan de la sucesión de zapateos. Porque lo que más importa es lo que se siente al ver tanta poesía en movimiento, y no tanto la admiración que produce. Todo espectador es un testigo, pero acá somos testigos que nos involucramos afectivamente.

Ese mismo afecto también está presente en la sensibilidad con la que Loza registra las escenas más cotidianas: el tiempo que Gaspar pasa con su mamá y su abuela, la relación con su compañero de cuarto, sus momentos de soledad, y sus sueños y pesadillas. A diferencia de tantos otros realizadores, Loza le da a cada plano el tiempo justo, en vez de hacerlo durar innecesariamente durante largos minutos solo por pura fascinación.

Es que pocos directores argentinos logran equilibrar la carga poética y contemplativa del relato con sus necesidades narrativas. Pocos narran con tanta precisión, compromiso con sus personajes y honestidad emocional. Sin manierismos de ningún tipo, Loza ha construido una filmografía digna de un autor consumado. Al mismo tiempo, sigue siempre en busca de nuevas experiencias.

Malambo: El hombre bueno (Argentina, 2018). Puntaje: 8

Escrita y dirigida por Santiago Loza. Con Gaspar Jofre, Fernando Muñoz, Nubecita Vargas, Pablo Lugones, Gabriela Pastor, Carlos Defeo. Fotografía: Iván Fund, Eduardo Crespo. Música: Zypce. Montaje: Lorena Moriconi. Sonido: Nahuel Palenque, Guido Deniro. Duración: 71 minutos.