Amantes por un día, de Philippe Garrel

Filmada en fílmico, en lustroso blanco y negro y en 21 días, Amantes por un día, la nueva película de Philippe Garrel, es la pieza que faltaba de una trilogía con las mismas características que comenzó con La jealousy (2013) y siguió con A la sombra de las mujeres (2015). Las tres películas bucean en los diversos significados y formas del amor, los celos, las ilusiones, las decepciones, y la infidelidad – temas que la Nouvelle Vague supo explorar muy bien – con mujeres fuertes, y no tan fuertes, como protagonistas. Los hombres también están, pero no son ellos los que verdaderamente importan. Están porque están ellas.

En Amantes por un día, Gilles (Eric Caravaca), un profesor de filosofía de unos 50 años, tiene un romance en secreto con una de sus estudiantes, Ariane (Louise Chevillote), una muy libre y hermosa joven veinteañera. De hecho, Ariane tiene la misma edad que su propia hija, Jeanne (Esther Garrel, hija del propio director), quien inesperadamente viene a visitarlo para quedarse un tiempo en su casa ya que tuvo una muy dolorosa ruptura de su novio.

Jeanne no tenía ni idea de que su padre estaba viviendo con una chica de su edad, lo que no parece caerle muy bien. Y Ariane, si bien es muy educada y amable, tampoco está fascinada con la idea de compartir la atención de su amante con otra mujer – aún cuando sea su hija y no haya erotismo alguno. Lo que sí hay es celos. También hay mucha desazón y desesperanza porque Jeanne siente que su vida sin su novio no tiene sentido. Y por más que su padre y Ariane intentan ayudarla, lo cierto es que no pueden hacer mucho. ¿Es que algún día se irá la tristeza?

Y, a su vez, está el amor entre Gilles y Ariane. Que se aman en serio, de eso no hay duda. Pero no del mismo modo. Ariane es joven, quiere experimentar, le gusta gustar, y no siente que la fidelidad física sea un requisito para amar a Gilles. Es fiel a su naturaleza y honesta con su amante. Él dice que la ama así como es, sin pedirle que sea distinta. Porque se trata de amar al otro tal como es. Eso es el amor. Pero la verdad es que una cosa es lo que se dice y otra cosa es lo que se siente. Porque aún con las mejores intenciones, las relaciones son indomables e inasibles.

Amantes por un día tiene una duración de apenas 75 minutos y hace un uso ejemplar de su metraje. Es una película que va bien al grano, es concreta, dice lo que tiene para decir sin vueltas. Cada escena, cada plano, cada línea de diálogo tiene una función muy específica, aunque muchas veces los significados puedan ser más bien poéticos en vez de literales. Y su resonancia puede no ser inmediata, lo que los hace todavía más ricos. Con una apariencia de informalidad y espontaneidad, la trama se desarrolla con calculada precisión, mostrando algunos pliegues y escondiendo otros, revelando su forma completa, con mucho cuidado, recién sobre el final. Hasta cierto punto, es impredecible. Porque así son los sentimientos y los amantes.

Es una película reflexiva e introspectiva, pero también expresiva y elocuente. Y nunca es distante o fría o aséptica. Tampoco es desaforadamente sentimental, sino profundamente emotiva. Se llora mucho, pero no haciendo catarsis como en los melodramas, sino como se llora en la vida real, con ese desgarro que tarda en irse. Narrativa y contemplativa al mismo tiempo, Amantes por un día ofrece una experiencia cinematográfica muy diferente al promedio de películas sobre el amor. No es que pasen cosas extraordinarias, sino que las cosas comunes y corrientes que pasan todo el tiempo acá son vistas con ojos que las hacen excepcionales.

Como se puede ver en una bellísima secuencia de deseo y seducción en una discoteca, la nueva película de Philippe Garrel también es intensamente sensorial. En una lucha continua entre la razón y el corazón, los personajes viven sus vidas lo mejor que pueden, toman decisiones correctas, otras equivocadas, se arrepienten y quizás, solo quizás, empiezan a recorrer nuevos caminos. O aprender a desandar caminos conocidos que no los llevaron a los lugares que esperaban. Al fin y al cabo, así es el amor.

Amantes por un día (L’amant d’un jour, Francia, 2017). Puntaje: 8

Dirigida por Philippe Garrel. Escrita por Jean-Claude Carrière, Caroline Deruas-Garrel, Philippe Garrel, Arlette Langmann. Con Éric Caravaca, Esther Garrel, Louise Chevillotte, Laetitia Spigarelli. Fotografía: Renato Berta. Música: Jean-Louis Aubert. Duración: 75 minutos.