Tree Gelbman (Jessica Rothe) es una chica universitaria bastante linda y con buen cuerpo que se siente superior y critica a todo el mundo. Es narcisista y elitista, agresiva y malhumorada. Una mañana como tantas otras, es decir después de emborracharse una vez más en una fiesta como tantas otras, se despierta en el cuarto de Carter (Israel Broussard), un chico al que ni siquiera recuerda. Se despierta enojada y con resaca, no tiene una sola imagen de la noche anterior, ni sabe si tuvo sexo o no con Carter. Apenas intercambia unas palabras, se viste rápido y se va.
Atraviesa el campus yendo hacia su fraternidad y en el camino se niega a firmar una petición por una buena causa, recibe la mirada extasiada de un hipster mientras se encienden los rociadores del césped del parque, suena la alarma de un auto y al mismo tiempo un estudiante se desmaya en medio de una prueba para entrar a una fraternidad. Después se encuentra con Danielle (Rachel Matthews), la chica más mala de todas, y luego con Lori (Ruby Modine), su compañera de cuarto, que le regala una cupcake por su cumpleaños. Tree ni se lo agradece, la deja a un lado, y continúa con su día. Es decir, asiste a clases, tiene sexo con un profesor casado, no atiende las llamadas telefónicas de su padre, y de vez en cuando humilla a alguien, conocido o no.
El hecho inesperado y muy fuera de lo común ocurre recién a la noche cuando vuelve a su cuarto caminando sola y justo antes de llegar es apuñalada por un desconocido con una máscara. Sin que se sepa por qué. Así, de golpe, muere Tree.
Pero, ¿se muere de verdad? Porque, también de golpe, se despierta de nuevo en su cama, igual que al comienzo del día. ¿Fue todo un sueño? No, para nada. Porque de ahí en más todo lo ya vivido se repite con pasmosa precisión. Todos los pequeños y no tan pequeños momentos se experimentan otra vez. Segura de que no es un mega déja vu, Tree se da cuenta de una cosa: está condenada a vivir el mismo día, por ende a ser asesinada una y otra vez, ad infinitum. A menos qué descubra quién la está matando y entonces así pueda evitarlo. Otra solución no hay.
Si la trama de Feliz día de tu muerte, de Christopher Landon, suena más que similar a la comedia Hechizo del tiempo (Groundhog Day), de Harold Ramis, es porque efectivamente lo es, y muy abiertamente. Pero no se trata de un plagio ni tampoco de un homenaje, sino más bien de una relectura de la misma premisa, pero en clave de película de terror con toques de comedia. O al revés. Feliz día de tu muerte también alude a Scream, aunque no tenga toda la inteligencia meta narrativa de la película de Wes Craven. Pero va por ese camino.
Con estos referentes, uno pensaría que la película de Landon está destinada al fracaso. Nada que ver. No solo supera con creces las dos películas previas del director – Scouts Guide to the Zombie Apocalypse y Actividad Paranormal: los marcados – sino que también es una película considerablemente entretenida, para nada pretenciosa, con una lógica propia que tiene sentido, un final no muy predecible, y una convincente actriz protagonista que se luce en todas sus escenas. Que, dicho sea de paso, son todas las escenas de la película.
Como es típico en todo slasher que se precie de tal, las muertes – las de Tree y las de algunos otros – están bien ejecutadas, tienen un buen timing y algunas hasta son cómicas. No son de lo más creativas, pero tampoco intentan serlo. Las persecuciones, los intentos de huir del asesino y algunas peleas le dan a la película el ritmo ágil que necesita para no estancarse. Aunque también es cierto que hay momentos en los que es inevitable no sentir que se está viendo más de lo mismo – y no en el sentido de la premisa, sino como una repetición no deseada de una fórmula que se agota. Ése es el riesgo de una película como ésta: no ser más un juego narrativo. Por suerte, la mayor parte del tiempo Feliz día de tu muerte es más que eso.
Lo que no quita que hubiera sido deseable desarrollar más los personajes que rodean a Tree, incluso a Carter, que tiene cierta presencia. Porque Tree sí tiene un arco dramático, una transformación que le da volumen, mientras que los otros personajes son más bien chatos. Lo que sí está bien, desde todo punto de vista, es la historia del pasado de la protagonista que, eventualmente, va a explicar por qué ella es como es.
Acá se repite la idea central, la metáfora, de Hechizo del tiempo: para evitar vivir siempre igual hay que enfrentarse a unos cuantos fantasmas y hacer cambios necesarios y negados. Si no, vivir así es como estar muriéndose todos los días.
Feliz día de tu muerte (Happy Death Day, EEUU, 2017). Puntaje: 7
Dirigida por Christopher Landon. Escrita por Scott Lobdell. Con Jessica Rothe, Israel Broussard, Ruby Modine, Charles Aitken, Laura Clifton, Jason Bayle. Fotografía: Toby Oliver. Música: Bear McCreary. Montaje: Gregory Plotkin. Duración: 96 minutos.