En 2005, el director Cristi Puiu estrenó su segunda película, La noche del Sr. Lazarescu, una historia sobre las últimas horas de un anciano ya muy enfermo, que ha sido considerada como un título esencial para el movimiento que luego sería llamado Nuevo Cine Rumano. Ya entonces quedó bien claro cuán virtuoso era Puiu en el manejo del lenguaje del cine. Porque no es solo un autor consagrado con un estilo inequívocamente propio, sino que también ha dado muestras de poder filmar de un modo extraordinario en muy complejas situaciones de rodaje. Por eso no sorprende que su nueva película, Sieranevada, filmada casi por completo en un pequeñísimo departamento con casi 20 personas en Bucarest, sea otra muestra de excelencia cinematográfica. No sorprende, pero gratifica y mucho.
Con una duración de casi 3 horas, casi todo transcurre en ocasión de una reunión familiar coronada con una celebración religiosa a ser celebrada por un sacerdote ortodoxo que no llega nunca. El fin de la reunión es recordar a Emil, el jefe de familia fallecido unos 40 días antes, y como en toda reunión familiar aquí se cruzan opiniones, comentarios y anécdotas entre la viuda del difunto, maridos, esposas, hijos, hijas, cuñados, yernos, como así también amigos y vecinos. Se habla y se habla mucho y de muchas cosas, desde teorías varias sobre los atentados a las torres gemelas hasta los pro y los contras del comunismo de Ceausescu, pasando por los ataques a Charlie Hebdo y las virtudes de Internet.
Por supuesto que también salen otros asuntos a la luz, secretos y mentiras de carácter personal que han sido ocultados celosamente – o sobre los que implícitamente se ha consensuado no hablar, hasta que ya no se puede más. Hay infidelidades y traiciones, enojos y resentimientos y no pocos enfrentamientos entre todos los parientes. Por eso, por momentos, este memorial es todo un pandemónium. Cualquier espectador que esté acostumbrado a las reuniones familiares más o menos numerosas (es decir, todos los espectadores) se va a enfrentar con un escenario muy reconocible, muy inmediato.
Justamente éste es uno de los grandes méritos de Sieranevada: todo se ve, se oye y se siente muy real. Típico del Nuevo Cine Rumano, este realismo es crudo, seco, sin melodrama. Y como la vida misma acá también hay humor, incluso absurdo y humor negro, que emana espontáneamente en el momento menos pensado. Todo parece transcurrir en tiempo real gracias a los larguísimos planos secuencias que registran el cuadro general pero también los detalles. Mayormente la cámara está fija, solo a veces hay algún paneo y muy de vez en cuando hay algún que otro desplazamiento en el espacio. Así, el espectador es un invitado más en esta reunión, pero con un privilegio que los otros no tienen: ser un testigo que jamás es visto por nadie.
Sieranevada se propone – y lo consigue – reflexionar sobre historia, política y sociedad y traza múltiples conexiones entre todos esos temas. Se habla de lo general y lo macro, pero también del microcosmos de los personajes – de su familias, sus vidas amorosas, sus soledades. En ese ida y vuelta, y aparentemente sin querer, hay una profunda riqueza dramática que permite construir sentidos que se rehúsan a ser clausurados. Pero, por otro lado, también hay demasiadas digresiones, diálogos que no terminan de ser muy significativos, un exceso de verborragia, y ocasionalmente toda una puesta en escena de lo cotidiano que llama la atención sobre sí misma en su intento continuo de ser tan transparente – por más que suene paradójico. Como si Puiu, voluntariamente o no, cayese en cierta una auto-indulgencia formal que no suma.
Y hay zonas, como por ejemplo toda la participación del sacerdote, que no conducen a mucho. Lo que se quiere decir a través de la presencia religiosa se podría haber dicho en mucho menos tiempo. Se podría decir que, de hecho, a Sieranevada le sobra media hora. Se demora un poco en levantar vuelo y se empantana en más de una ocasión. Pero eso no quita que sea una obra claramente especial, muy bien lograda, completamente singular. Es el tipo de película que pide un espectador activo y despierto que se deje llevar por el fluir de la narrativa sin esperar una gran revelación dramática. Porque no la hay. Hay, en cambio, partes y fragmentos que retratan un estado de las cosas en perpetuo movimiento.
Sieranevada (Rumania, Francia/2016). Puntaje: 8
Escrita y dirigida por Cristi Puiu. Con Branescu, Bogdan Dumitrache, Catalina Moga. Montaje: Ciprian Cimpoi, Letitia Stefãnescu Fotografía: Barbu Balasoiu. Diseño de producción: Cristina Barbu. Duración: 173 minutos