Como muchas óperas primas, Una hermana, escrita y dirigida por Verena Kuri y Sofía Brockenshire, no termina de desarrollar todo el potencial de su premisa ni satisface todas las expectativas que genera. Pero, a diferencia de muchísimas óperas primas, sí propone algo diferente, es arriesgada ya desde su concepción y tiene logros sobresalientes. Fue estrenada el año pasado en la sección Biennale College del Festival de Venecia y es una de las películas más sugestivas y sólidas de la Competencia Argentina del BAFICI.
Todo empieza con la desaparición de una chica de 20 años en Lobos. Se encuentra su auto incendiado – mejor dicho, el auto de su familia – pero no está su cuerpo. ¿Dónde está ella, entonces? ¿Qué le pasó? ¿Fue violada y asesinada? ¿Secuestrada? ¿Se escapó y simuló haber sido atacada? Son todas preguntas lógicas y todas sin respuestas.
Mientras la madre de la chica intenta asimilar lo ocurrido – aunque, en realidad, no puede ni va a poder – su hermana menor, Alba (Sofía Palomino) se encarga de los trámites policiales y legales e intenta averiguar, por su cuenta, qué pasó. Pero por más preguntas que les haga a sus amigos y vecinos nadie tiene información relevante. O, al menos, eso dicen. Tampoco se sabe si están mintiendo o no.
A todo esto, aparece otro personaje que parece ser clave, una mujer interpretada por Eugenia Alonso, que también está al tanto de la desaparición de la chica. Y aunque no se explica es evidente que ella sabe algo y que saberlo la está agobiando y mucho. Es que la chica desaparecida trabajaba para ella, nada más y nada menos, y la veía diariamente. Mientras tanto, Alba sigue intentando encontrar a su hermana. Pero incluso la policía (o precisamente la policía) y otras autoridades no colaboran mucho que digamos.
Se puede pensar que Una hermana es tanto un drama como un thriller. Pero en lo que al thriller se refiere, es muy singular. Porque faltan pistas, hay mucho que no se explica (ni se explicará nunca), los sospechosos están apenas bosquejados, incluso un posible testigo jamás se construye como un personaje de carne y hueso, sino que más bien cumple una función en el guión. Sin embargo, a pesar de toda esta vaguedad y ambigüedad, el relato es casi siempre tenso y tiene un pulso muy firme. Lo más importante: uno nunca deja de preguntarse qué pasó.
Más impactante todavía es el drama, que se hace bien tangible y bastante doloroso. Representar en imágenes y sonidos (y no tanto en palabras) cómo el mundo se torna ominoso y desesperanzador ante la desaparición de un familiar es una tarea complicada. Encima, si no se apela a clichés es todavía más difícil. Pero Una hermana lo consigue sin ser nunca impostada, incluso con el plus de tener al menos algunas escenas sobresalientes (una de ellas es cuando Alba cree ver a su hermana en un lugar para bailar) ¿Es que acaso el que desaparece se puede ir del alma, el corazón y la memoria de sus seres queridos? Y si no aparece nunca, ¿entonces qué pasa con su ausencia?
Obviamente, en un país como Argentina con una infame historia de desaparecidos por motivos políticos, y también en los últimos años con tantos casos de chicas secuestradas, asesinadas y desaparecidas, una película como Una hermana tiene connotaciones escalofriantes. Aunque nunca hay nada directo que la conecte con una situación específica y concreta, uno tiene la sensación que la desaparición de la hermana de Alba es representativa de todas las ya conocidas.
Otro gran acierto es el clima de nerviosismo, desazón y hasta desesperación que se extiende por todos lados. Porque Verena Kuri y Sofía Brockenshire literalmente filman el dolor lacerante y lo hacen sin estridencias. Es que cuando el drama se hace carne, el cuerpo siempre lo incorpora. Es imposible que no lo haga y la mamá de Alma es la prueba más evidente.
Como punto en contra, es precisamente el drama lo que hubiese ganado en densidad e impacto de haber tenido un mayor desarrollo la investigación. Esto no significa abandonar la estructura dramática elegida y explicarlo todo sobre el final. Sino más bien agregar otras cosas, quizás dar más pistas, construir un poco más algunos personajes, o acentuar las sospechas. En síntesis, apenas un poco más de información y sin cambiar el final.
Pero tal como está Una hermana sigue siendo una película que muestra a dos promisorias directoras que ensayan y aciertan al transitar un camino diferente al de tantas películas argentinas que se parecen tanto unas con otras.