César trabaja en un aserradero y está de novio con Valeria, una chica sencilla y con cierta belleza natural. Agobiada por problemas presumiblemente espirituales, Valeria recurre a Cícero, una especie de hechicero que dice poder solucionar todo tipo de problemas. Pero la verdad es que Cícero droga a las mujeres que van a verlo y después las viola. Sus víctimas nunca denuncian el abuso sexual porque Cícero las amenaza con hacerles un “trabajo” que las lastimará. Aparte, tiene conexiones con la policía y políticos de la zona y eso hace más difícil obtener cualquier tipo de justicia.
Pero cuando César se entera de lo que le pasó a su novia, decide acudir a la policía, pase lo que pase. Y lo que pasa es que no le toman la denuncia y no recibe ayuda alguna. Es entonces cuando César se decide a tomar justicia por mano propia y se contacta con matones del lugar. Así comienza la venganza.
Cícero impune, la nueva película de José Celestino Campusano presente en la Competencia Argentina del BAFICI, está filmada en Acre, Brasil, hablada en portugués, y protagonizada por actores brasileños. Lo más curioso es que de no saber que está filmada por este realizador tan laureado, sería muy difícil pensar que es una de sus películas.
Quizás porque hay una ausencia de su visceralidad y crudeza habitual tanto en el tono como en la realización misma, o porque no tiene el vuelo poético que suele tener su filmografía. Lo que no quita que sí explora un conflicto delicado y muy actual, sin concesiones y sin facilismos.
También es cierto que hay un buen manejo de los tiempos narrativos, la introducción y planteamiento de la premisa es preciso, luego el conflicto se desarrolla con un buen tempo, y la resolución es relativamente categórica. La construcción del espacio del drama y la sensación de lugar son creíbles. Así también los personajes. El panorama de abuso, maltrato y corrupción es familiar y reconocible, sea en Brasil o en Argentina.
El punto en contra más visible es que Campusano ha venido elaborando una estética muy personal, incluso con importantes variaciones muy interesantes, y sin embargo en Cícero impune los valores formales son apenas correctos. Es también una película previsible, sin sorpresas Y si bien todo lo que se muestra es violento en sí mismo, esa violencia nunca se hace tangible. Se ve pero no se siente. Y eso es lo más curioso: una película de Campusano con un contenido potencialmente inflamable, pero con una forma fílmica impersonal y tibia.