Ghost Stories, aquí llamada Historias de Ultratumba (un título más que adecuado, a pesar de no ser la traducción literal), es una película de terror británica que, en principio, promete y mucho. Pero, ya sobre la mitad del metraje, también frustra muchas de las expectativas que genera y, eventualmente, termina siendo una gran desilusión. Y eso que en términos formales es impecable, se la mire por donde se la mire (la excelente fotografía que crea acertadísimos climas fantasmagóricos es lo primero que sorprende).
Escrita y dirigida por Jeremy Dyson y Andy Nyman, y adaptada de una exitosa obra de teatro del West End de Londres, Ghost Stories adhiere a la tradición de Amicus, una productora de cine de terror de los ’60 y los ‘70 que competía con la Hammer. Solo que Amicus hacía películas menos gráficas, más sugestivas y menos violentas, usualmente en el formato de antologías. Por eso, la ópera prima de Dyson y Nyman narra cuatro breve historias entrelazadas que van a contrapelo del cine de terror con golpes de efecto del mainstream hoy en día. Lo que no necesariamente es un mérito en sí mismo. Todo depende de cuál sea el resultado.
El protagonista que une todas las historias es el profesor Goodman (interpretado por el mismo Nyman), un hombre que descree del mundo sobrenatural y se dedica a exponer fraudes varios. Un día como cualquier otro, Goodman es contactado por Charles Cameron (Leonard Byrne), un ex investigador, también un escéptico, que desapareció de la faz de la tierra en los ’70. Y para gran sorpresa de Goodman, Cameron le dice que ahora sí cree que lo sobrenatural existe y le entrega los expedientes de tres casos que son, aparentemente, irrefutables. Le pide, también, que corrobore los hechos y que, eventualmente, él también admita la existencia de los varios planos de un más allá insondable.
Así, Goodman inicia un periplo oscuro con más sorpresas de las que jamás hubiese imaginado, incluyendo un par que lo van a tocar muy de cerca. Y no faltan elementos propios del género dentro de una iconografía ya conocida, pero deliberada y eficazmente reciclada: muñecas tenebrosas, cunas y bebés perturbadores, monstruitos y demonios, fantasmas diversos, sótanos habitados por quién sabe qué, puertas que se abren solas… y unas cuantas cosas más.
El problema que enfrentan todas las historias – incluyendo la cuarta, que es sobre el propio Goodman – no está en el orden de la realización. Porque si de dirección se trata, nada podría estar mejor. La fotografía y el diseño de sonido crean la atmósfera que cada pequeña historia pide y, a su vez, mantienen una admirable cohesión estilística en toda la película. Las interpretaciones son afinadísimas, inclusive con los bruscos cambios de registro, que a veces funcionan muy bien, y otras veces, no tanto (los momentos de comedia negra son efectivos, pero a veces solo a medias). Y el trabajo de cámara no podría ser más preciso, más elegante y fluido.
Pero el problema casi insalvable – que bien puede ser una elección narrativa, y de ser así es muy cuestionable – son los remates de todas las historias, aunque quizás la tercera no sea tan endeble. Porque son remates que abruptamente, casi con arbitrariedad, cierran relatos de maneras profundamente anticlimáticas y sin darle un sentido a todo lo que vino antes. Dicho de otro modo, no sorprende que uno se quede mirando y piense: “¿Y?” “¿Era esto?” “¿Y por qué?”.
Y con esto no se pide que se explique o fundamente lo sobrenatural (hacer eso equivale, muchas veces, a matarlo) sino que se le dé un sentido dentro del propio verosímil de cada historia. Una razón de ser. Un “algo” que le de peso y espesor a eso que se investiga. Se pueden hacer interpretaciones de carácter simbólico acerca de lo que hay detrás de cada historia (por ejemplo, que cada uno es perseguido por sus propios fantasmas, o como se dice más de una vez: “el cerebro ve lo que quiere ver”), pero serían interpretaciones forzadas que no emanan del relato en forma orgánica. E incluso, sobre el final, la idea de que quizás no haya nada de sobrenatural es todavía más irritante.
De sustos y miedo, hay poco y nada. Hay atisbos de escalofríos e imágenes ominosas, pero son superficie pura. No tienen drama. Aparte, una cosa es sugerir y sugerir después dejar caer el mazazo, y otra cosa muy distinta es sugerir, sugerir, sugerir, sugerir… y seguir sugiriendo.
Historias de ultratumba/Ghost Stories (Reino Unido, 2017). Puntaje: 5
Escrita y dirigida por Jeremy Dyson, Andy Nyman. Con Andy Nyman, Martin Freeman, Paul Whitehouse, Alex Lawther, Paul Warren, Kobna Holdbrook-Smith, Nicholas Burns, Leonard Byrne, Lesley Harcourt, Amy Doyle. Fotografía: Ole Bratt Birkeland. Música: Haim Frank Ilfman. Montaje: Billy Sneddon. Duración: 98 minutos.