Si hay un problema prácticamente (o directamente) insoportable en muchos documentales en primera persona, ése es justamente la presencia omnisciente y narcisista del Yo del realizador. Porque una cosa es narrar una historia personal y hacer de ella un relato con un sentido más universal y así desarrollar un discurso y una narrativa con una construcción dramática. Otra cosa bien distinta es creer que esa historia personal es tan interesante en sí misma como para contar todas sus singularidades que muy probablemente les interesen solo a quienes están involucrados. Entonces, el relato es, en el mejor de los casos, una suma de anécdotas y nada más.
El chileno Álvaro de la Barra, guionista y director del documental autobiográfico Venían a buscarme, sabe muy bien cómo no caer en la trampa del narcisismo. No solo eso, sino que también sabe narrar sucesos muy dolorosos con una distancia prudente, aunque con una buena dosis de sentimiento, para no hacer del dolor un espectáculo. Y con un tema que no tiene nada de simple: el proceso de construcción de una identidad que nace en uno de los peores infiernos.
Venían a buscarme abarca buena parte de la vida del realizador, hijo de Alejandro de la barra y Ana María Puga, pareja de militantes y líderes guerrilleros del grupo Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), quienes fueron asesinados en la puerta del jardín de infantes al que iba Álvaro durante la dictadura de Augusto Pinochet. Para proteger la vida del bebé, su identidad fue cambiada y fue criado por parientes cercanos. Recién a los 32 años, Chile reconoce a Álvaro como hijo legítimo de Alejandro y Ana María. De ese largo desde la infancia a la madurez, que incluye su exilio en Francia y Venezuela, secretos y mentiras guardados durante años, reencuentros con viejos integrantes del MIR, se ocupa esta ópera prima sensible y luminosa (aún dentro de la oscuridad).
Convencional en su estructura narrativa, pero no por eso menos efectivo y convincente, el relato se articula utilizando material de archivo (fotografías, documentos y textos) junto con testimonios y conversaciones con parientes, compañeros, y amigos. Y en vez de deleitarse con detalles y superficialidades, el director va a la esencia de las distintas cuestiones que aborda, haciendo de lo particular algo mucho más amplio con una resonancia universal. Dicho de otro modo, no hace falta haber vivido o conocido una experiencia similar de cerca como para entender y sentir su naturaleza y su impacto. Es a raíz de la precisión de las preguntas y de la elección de los fragmentos que dan cuerpo al discurso (el montaje es particularmente significativo) que se dibuja un cuadro de situación tan abarcativo como minucioso.
Pero lo que todavía es más importante es el tono. Contenido pero emotivo, reflexivo en sus palabras pero contundente en sus silencios, angustiante pero liberador, Venían a buscarme permite que el espectador entre en un universo de abandonos, pérdidas y terror para asistir a un renacimiento con un final esperanzado. No solo para Álvaro, sino también para otros cuya identidad sigue en las sombras. No es poco.
Venían a buscarme (Chile, 2017) Puntaje: 7
Escrita y dirigida por Álvaro de la Barra. Fotografía: Carlos Vásquez, Inti Briones. Montaje: Martín Sappia, Sebastián Sepúlveda. Sonido: Roberto Espinoza. Duración: 82 minutos.